En el contexto de la sociedad católica
del siglo XIX fue creado el Hospicio Provincial. Su misión era recoger niños
huérfanos, abandonados, sin recursos, ejercer la caridad para evitar la
marginalidad y mantener el orden social establecido. A este fin fundamental
obedecían los presupuestos de beneficencia de la Diputación Provincial, la
partida más amplia dentro de las cuentas provinciales. El cuidado y la
educación de los niños del Hospicio fue encomendada a las hermanas de la
Caridad. El centro funcionaba como un internado y una escuela nacional. Contaba
con talleres para preparar a los asilados en un oficio. El rasgo más destacable
era la severidad del régimen disciplinario.
La música fue uno de los talleres que
primera se implantaron en el Hospicio Provincial junto a la imprenta y la
contabilidad). En los reglamentos de 1884 y 1887 quedaba definida la figura del
maestro de música y sus funciones: formar individual y colectivamente en la
disciplina musical a los asilados, organizar y dirigir la banda del establecimiento.
El maestro de música podía recomendar a los alumnos aventajados para posibles
becas de la Diputación Provincial. Debía recoger los donativos y
gratificaciones que obtuviera la banda, ingresando la mitad en las cartillas de
los alumnos músicos, con el fin de que tuvieran unos ahorros a la hora de
abandonar el Hospicio.
El primer maestro de música del que
conocemos el nombre fue Sebastián Barrajón (dato de 1866). En 1869 ya estaba
montada la Banda Provincial, compuesta por 36 músicos. A partir de 1885 fue
dirigida por Justo Sánchez Escribano, que estuvo en el puesto hasta 1924. Uno
de sus cometidos fue la selección de voces para formar un coro de asilados. En
ocasiones Justo Sánchez colaboró con la Catedral (intercambio o unión de
asilados con el coro de seises).
1924-1930:
una banda infantil muy admirada
Con la dictadura de Primo de Rivera hubo
notables cambios en la Diputación Provincial y en las instituciones que de ella
dependían (Real Decreto de 12 de enero de 1924). El nuevo diputado visitador
del Hospicio fue Ponciano Montero. En su memoria correspondiente a 1924 se
mostraba contrario al rigor disciplinario excesivo, dispuesto a fomentar una
educación alternativa de índole vital, capaz de convertir a los niños en hombre
futuros integrados en la sociedad. En este sentido, inició una puesta al día,
mejora y ampliación de los talleres del Hospicio, entre ellos el de música. Las
instalaciones fueron mejoradas y se aumentó el presupuesto.
Dentro de esos cambios tuvo gran
importancia la rehabilitación de la Banda provincial y la dotación para becas.
En 1924, tras las correspondientes oposiciones, Antonio Segura se convirtió en
el nuevo director de la banda, demostrando grandes dotes con los niños. Cobraba
2.475 pesetas anuales (casi 15 euros). En 1925 la Provincial ya estaba
completamente reactivada, a nivel público, mereciendo todos los elogios de las
crónicas locales. Hasta 1930 su actividad fue incesante: procesiones,
conciertos, verbenas, salidas a otras poblaciones… Destacó especialmente la
actuación en el Teatro Cervantes, 20 de abril de 1926, con el estreno del Himno a la Mancha, obra de Segura.
También fue memorable la actuación en el mismo escenario el 19 de diciembre de
1927 (estreno del pasodoble Ruano,
del mismo autor). Las últimas actuaciones de la Banda Provincial en esta etapa
se produjeron durante la República: concierto conmemorativo del 12 de abril de
1932 y actuación con motivo de la visita de Alcalá Zamora a la ciudad (27 de
abril de 1933).
La
desaparición de la banda en la Segunda República
En 1932 el nombre de Hospicio fue
cambiado por Hogar Provincial. Cuatro años después, en medio de una gran
polémica fueron despedidas las hijas de la Caridad, siendo sustituidas por
funcionarios de la Diputación Provincial. En el campo de la música, dentro del
contexto de la creación de las Escuelas Profesionales del Hogar Provincial
(1932), lo más destacable fue la conversión de la banda en un taller de
enseñanza artística especial, restringido a nivel interno, lo que suponía el
final de la banda, cuyo mantenimiento se hizo demasiado caro. Antonio Segura
pasó a ser “profesor especial” y se contrataron nuevos profesores para
instrumentos: Eleuterio Romero, Martín Calvillo y Joaquín Bermúdez. Poncio
Montero, el artífice de la banda previa, se quejó amargamente de esta política
a través de sus “Notas del día” en El Pueblo Manchego”. Ya durante la guerra,
en 1937, se hizo una gran reforma educativa (diseñada por Luis Castillo
Almena), dentro de la cual la música se afirmaba como “enseñanza especial” con
una amplia dedicación dos horas al día.
La
Banda Provincial en la posguerra
Terminada la Guerra Civil se acometió
una tarea de recomposición de la beneficencia provincial bajo un concepto
paternalista. En 1944 el Hogar Provincial sufría una superpoblación
preocupante. El funcionamiento de los talleres y las escuelas especiales se hacía
imposible, por falta de infraestructuras y recursos. Aún así constan unas
oposiciones para elegir nuevo director de la Banda Provincial, puesto que
recayó en José Caballero García, en reñida competencia con Cristóbal Ruyra (que
ya era director de la Banda Municipal). También fueron contratados Eleuterio
Romero Castellanos, profesor de bajo, y Zacarías de la Flor Albacete, profesor
de clarinete. Las actuaciones de la banda son muy escasas, lo que prueba su
extrema debilidad en estas fechas. En 1946 intervino en el Teatro Proyecciones,
en el Cervantes y en el Casino. Desde 1947 a 1953 desaparece del contexto
público.
La
reactivación de la Banda Provincial en la segunda parte de los años cincuenta
Cecilio López Pastor, periodista de
enorme prestigio en la capital, ocupó el puesto de diputado visitador del Hogar
Provincial entre 1952 y 1958. Era gran admirador de Ponciano Montero y de su
obra. Esa fue una de las razones que le movieron a reorganizar la banda de la
institución, para lo cual se requería un gran esfuerzo de profesores y alumnos,
que partían de un nivel mínimo. Con Germán Chacón figurando como director,
asistido por Eleuterio Romero Castellanos, la nueva Banda Provincial hizo su
presentación en el Palacio de la Diputación el día 31 de diciembre de 1954, con
motivo de una celebración navideña. En la cabalgata de Reyes de 1955 inicia sus
actuaciones en la calle. La agrupación aparecía con un nuevo nombre, dentro del
contexto de las juventudes falangistas: Banda del Hogar Provincial Centuria Federico
Ruyra.
Hasta 1961 la agrupación provincial
estuvo muy activa. Tuvo una estrecha relación con determinadas hermandades de
la Semana Santa de Ciudad Real: Hermandad de Jesús Nazareno y Hermandad de
Jesús Caído. También era habitual su presencia en las festividades de la
Hermandad de San Isidro y de la Hermandad del Carmen. Durante la feria de
agosto fue habitual la programación de conciertos, lo cual supuso un avance
notable en su repertorio (comparable al de la Banda Municipal). A partir de
1957 está documentada la dirección de José Martín Gil, al menos de forma
esporádica. El veterano ex director de la Banda de Infantería de Toledo aportó
toda su sapiencia musical a la agrupación. Como profesores destacaron Zacarías
de la Flor (clarinete) y Antonio Ruda (saxofón).
El
final de la Banda Provincial 1961-1976
A partir de 1961 los datos sobre la
Banda Provincial son muy escasos; aparecen escuetamente en algunas de las
memorias del Hogar Provincial. En este año la Diputación Provincial firmó un
convenio con los salesianos para que se hicieran cargo de la educación en el
asilo. A partir de entonces se potenció la formación profesional, al tiempo que
disminuía el número de alumnos y el presupuesto provincial destinado a
beneficencia. En el diseño de los salesianos la música fue considerada como una
actividad formativa y lúdica dentro del Hogar, pero no externa, lo que suponía
una disminución drástica de las actuaciones públicas de la banda.
Durante los años sesenta las memorias de
la Diputación Provincial dan noticias sobre formaciones instrumentales dentro
del Hogar para actividades extraescolares y recreativas, y sobre profesores
especiales de bajo, saxo y trombón, a extinguir. A principios de los setenta el
Hogar fue dividido en dos escuelas provinciales: masculina y femenina, con
alumnos internos y externos. En 1973 se adopta el sistema de la EGB. La Banda
Provincial subsiste en informaciones puntuales hasta 1976. En la memoria
correspondiente a ese año se afirma que fueron suprimidas todas sus actividades.
Consta, aún después, cierta reconstitución del grupo por Antonio Velascoín,
porque la institución aún disponía de los instrumentos. Cuando estos fueron
donados a distintos ayuntamientos que los habían solicitado (especialmente al
de Castellar de Santiago), la posibilidad de reactivación se cerró para
siempre. Fue entonces cuando los empleados de la Corporación Provincial
quemaron los viejos uniformes de la banda infantil, que se guardaban en un
almacén del Hogar.
Vicente
Castellanos Gómez. “Musicalerías. Ciudad Real: Música y Sociedad 1915-1965”,
páginas 249-255
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