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lunes, 4 de noviembre de 2019

CIUDAD REAL. NOTAS DE UN VIAJE APRESURADO (III)


Pantano de Gasset

Otro tema que se tocó fue el origen del pseudónimo de doña Cecilia Bóhl de Faber.

La versión oficial, según don Pascual, es que a doña Cecilia le daba vergüenza publicar su primera novela “La Gaviota”, con su nombre y apellido, y leyendo en un periódico no sé qué noticia del pueblo de Fernán-Caballero, decidió tomar este toponímico por pseudónimo.

La segunda versión es original de Pascual Crespo. Según él, el camino de Sevilla para andaduras pasaba muy cerca del pueblo de Fernán-Caballero. En donde hoy está la “Dehesilla de Lara” hubo entonces una venta de cambio de tiros donde doña Cecilia debió pasar en algún viaje y chocándole por su eufonía el nombre del pueblo vecino, lo adoptó por pseudónimo.

Pero de todas las cosas que contó don Pascual, para mí lo más chocante y que me gustaría llevar a cabo es la de hacer la ruta del Quijote en tartana, pero llevando media jornada adelante una típica cocinera manchega, que nos esperase con los galianos hechos. Lo mejor que he oído en materia de “rutas”.

Calatrava la Vieja años 50 siglo XX

PANTANO DE GASSET

Contó Paquito Pérez que según un amigo suyo es fácil hacer un pantano: Se coge agua de un río, se le embotella en un embalse y luego se deja salir a chorritos cuando a uno le da la gana. Había que recordarle esta sencillez a los de nuestro Pantano de Peñarroya, siempre en potencia milenaria.

El Pantano de Gasset es como una preciosa laguna de Ruidera hecha por los hombres. En sus contornos se ha conseguido gran feracidad. Un gran bosque de pinos y eucaliptos caracteriza el paisaje. Con mucho detenimiento me lo explicó don Ángel Rodríguez Niveiro, mi generoso y simpatiquísimo amigo, aparejador del Ayuntamiento de la capital. Don Ángel, que tiene cara de guanche buenazo y dormilón, aconsejó al guarda del pantano que intensificara la dosis de cloroinina para depurar las aguas, porque en la ciudad había varias familias enteras con trastornos intestinales. Yo quedé mirando con verdadero respeto a aquel hombre del “mono” azul, el guarda, que tiene en sus manos la colitis de una población, según apriete más o menos el volante del cloro y de la otra cosa que no me acuerdo.

CALATRAVA LA VIEJA

Desde la carretera y a la caída de la tarde que llegamos, Calatrava la Vieja, es algo así como un monte azulado con muñones deformes. La inercia de los hombres y la tierra voraz se han casi tragado aquellos murallones que fueron el nido donde nació la Orden de Calatrava, puntal fundamentalísimo de la Reconquista. En la historia escrita, los datos de aquellos hombres y gestas, bailan también con inseguridad, son tragados también por la inexactitud.

Dejamos el coche en la falda del monte, y guiados por don Julián Alonso, maestro de erudición manchega y arqueólogo sutil y nada pesado, encimamos aquella cabezota de tierra histórica barbada de rastrojos y barbechos. Mientras vamos subiendo la cuesta entre cardos y espinos me place hablaros de Julián Alonso. Con sus patillas largas, ya canas, la cara ovalada, la sonrisa maliciosa, los ojos chispeantes y su cuerpo duro, ágil y menudo, parece un bandido convertido al bien: cristianizado. Su cojera sincera y decidida debió producírsela el arcabuzazo de un gendarme allá en sus viejas andanzas por las encrucijadas. Es incansable en el andar; lleva sandalias, chaquetilla blanca y una máquina fotográfica cargada, como si fuese un trabuquillo. La prueba más convincente de su valentía es que fuma tabaco de la ración con impasibilidad desconcertante. Siempre va delante, trepando y risqueando, buscando el ángulo interesante y vista más bella... pero luego, cuando habla lo hace con una mirada más dulce y diciendo muchas cosas interesantes. Es uno de los más preeminentes espíritus de la Mancha. 

Vista de Calatrava la Vieja años 50 siglo XX

Ya en la cima, Calatrava la Vieja es una barbechera rodeada de montones informes de piedra de las murallas. sulta dificilísimo para un inexperto, como yo lo soy en materias arqueológicas, hacerse una idea de la estructura que tuvo este recinto. El foso está casi lodado y los cimientos y restos de lienzos de murallas confundidos. El arado ahora, y el ganado y los hombres otras veces, van, con los siglos, haciendo agro lo que fue villa, fortaleza.

La planta de la capilla se conserva más dibujada, aunque de formato irregular, ya que la nave única que debió tener y el presbiterio, según señaló don Angel R. Niveiro, debieron tener distinto eje. Queda el ábside y en su paramento inferior aún se ven agujeros en los que se fijara en otro tiempo el retablo del Altar Mayor.

Atalayando los caminos y subidos en lo más alto de las ruinas había una pareja de la Guardia Civil que nos acompañó en nuestro ir y venir por aquellos restos de historia. Yo pensé si serían dos calatravos metamorfoseados que hacían guardia perenne a su residencia secular.

Luego estuvimos en la ermita de hermosísimo patio, donde está la Virgen de Carrión. La santera, mujer de folletinesca imaginación, nos contó como la antigua imagen de piedra de la Virgen de los Mártires, había sido robada por un catalán, para mandar otra en escayola. Pero según ulteriores explicaciones del hijo de la dicha santera, la del catalán era pura leyenda. Fue una lástima porque yo pensaba decir muchas cosas contra el catalán aprovechado. En fin, otra vez será, porque desgraciadamente robos no faltan en ninguna parte.

Francisco García Pavón. Diario Lanza, jueves 20 de septiembre de 1951, página 6

Otra vista de Calatrava la Vieja años 50 siglo XX

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