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viernes, 31 de enero de 2025

LEYENDAS DE CIUDAD REAL: EL FAROL DEL CAMARÍN

 



La siguiente Leyenda en verso, se sitúa en la actual calle Camarín, junto a la Catedral, http://elsayon.blogspot.com/2015/02/la-leyenda-de-la-lampara-del-camarin.html

I

De un templo de Ciudad-Real

junto á una reja en el muro,

a los embates seguro

del agua y del vendabal,

como antorcha funeral

existe un farol colgante,

cuya palidez constante

indecisa y tenue alumbra,

haciendo vaga penumbra

confusa y agonizante.

 

II 

Cuando en noche negra, obscura,

un cristiano ve esa luz,

hace el signo de la cruz

y una plegaria murmura,

un recuerdo de amargura

resucita en su memoria,

y, cual visión ilusoria,

ve allí con sus mismos trajes,

a los muertos personajes

de aquella fatal historia.


III

Es corta: Érase un doncel

de valentía probada,

que allí esperó a su adorada,

ángel que soñó con él.

Enfrente, tras un cancel,

su ventura se escondía;

breve esperar, y saldría

allende el hierro de honor,

para estar jurando amor

hasta que llegara el día.



IV

Era bella; en su mirar

vertía tantos encantos

como tiene el mundo llantos

y como olas tiene el mar.

Dios sus labios al pintar

les puso tintas tan rojas,

que las envidian las hojas

de la silvestre amapola,

y la más suave corola

tiene por su tez, congojas.

 

V

Cuando el rubio serafín

saluda al amanecer,

despertándose á coger

las flores de su jardín;

cuando luces de carmín

la adornan desde los cielos,

detienen los arroyuelos

sus ondas por retratarla,

y al no poder igualarla

el propio sol, tiene celos.


VI 

No sabía el rondador

que para suerte fatal,

un decidido rival

fijaba en él su rencor.

Ignoraba su valor,

que era ilusión su esperanza;

ignoraba que en venganza

de su triunfo lisongero

otro hombre, mal caballero,

le tendía una asechanza.

 


VII 

Sonó el velado cristal,

se escuchó una amante queja,

y surgió tras de la reja

una figura ideal.

Luego; un golpe criminal

al corazón dirigido;

un hombre desvanecido

sobre las gradas muriendo;

un asesino corriendo,

un sollozo y un gemido.

 

VIII

Huyó la noche callada,

y una ronda de alguaciles,

halló en aquellos pretiles

un cadáver y una espada.

Pasó el tiempo; después... ¡nada!

sólo se sabe que el sol

sorprendió con su arrebol

muchas mañanas llegando,

a una enlutada rezando

cabe al fúnebre farol.

 

XI 

Hoy sigue el farol luciendo

y la sombra sigue orando,

la noche sigue callando

y sigue el viento gimiendo;

y todo cristiano viendo

la llama triste, mortuoria,

como visión ilusoria,

ve allí con sus mismos trajes,

a los muertos personajes

de aquella fatal historia.

 

Rafael López Haro. Leyendas en verso, imprenta  El Labriego 1898




jueves, 30 de enero de 2025

PRESENTADO EL LIBRO “EL ARTE DE LA PLATERIA EN CIUDAD REAL, 1621-1808

 



El pasado martes se presentó el libro “El Arte de la Platería en Ciudad Real, 1621-1808”, de Juan Crespo Cárdenas, publicado por el Instituto de Estudios Manchegos con la colaboración de la Diputación Provincial de Ciudad Real, que es la segunda parte tras la publicación en 2007 por la BAM de su tesina “Plata y plateros en Ciudad Real. 1500-1625”, .

Estructurado en tres grandes capítulos, el primero está dedicado a contratos relacionados con las piezas, precios que estaban en consonancia con los de otros centros plateros como Toledo, Madrid y Córdoba, clientes eclesiásticos y civiles, ferias donde se hacían estas transacciones y marcaje, con los tipos y decoración de las piezas estudiadas para establecer semejanzas y relaciones de los demás centros plateros.

En cuanto a la segunda parte, está dividida en apartados sobre los plateros de Ciudad Real, Almagro, Daimiel, Manzanares, La Solana y Villanueva de los Infantes, mientras que en el tercer capítulo ofrece el amplísimo catálogo de cerca de trescientas piezas, todas ellas de gran calidad, realizadas en diversos centros plateros como Madrid, Toledo, Córdoba y Ciudad Real.

 


miércoles, 29 de enero de 2025

LOS NOMBRES DE LOS SEIS CIUDARREALEÑOS VICTIMAS DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN NAZIS PRESENTES EN NUESTRAS CALLES

 

Liberación del campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria)


Hace unos días se celebraba el 80º aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz II- Birkenau (1940-1945), donde fueron asesinadas más de un millón de personas, la mayoría de ellas judías.

Otro de los campos de exterminio de los nazis fue el campo de concentración de Mauthausen, situado en torno a la pequeña empresa y cantera, de la población de Mauthausen en Austria, a unos 20 km de Linz. Al principio había un solo campo en Mauthausen, pero con el tiempo se expandió hasta convertirse en uno de los complejos de campos de concentración más grandes de la zona nazi de Europa. Aparte de los cuatro subcampos en Mauthausen y la cercana Gusen, más de 50 subcampos, localizados por toda Austria y el sur de Alemania, utilizaron a los ocupantes como esclavos. Algunos campos subordinados al complejo de Mauthausen incluían fábricas de munición, minas, fábricas de armamento y plantas de ensamblaje del avión Me 262.

Desde el 6 de agosto de 1940, republicanos españoles provenientes de los stalags, campos de prisioneros de guerra, fueron transferidos a este campo. Se trataba de exiliados que, tras salir de España en 1939, habían sido encuadrados en el Ejército francés y que en el momento de la invasión de Francia por la Wehrmacht fueron capturados por los alemanes. Entre 1940 y 1945 pasaron por Mauthausen y sus subcampos unos 7200 españoles, de los cuales fallecieron 5000.

De los 104 ciudadrealeños de toda la provincia que fallecieron en los campos de exterminio, seis de ellos eran vecinos de la capital y tenían menos de 30 años de edad: Eloy Molina (21 años), Jorge Blanco (27 años), Ricardo Munguía (22 años), Rafael Rincón (24 años), Deogracias Moreno (24 años) y Adolfo Caraballo (21 años).



El proyecto Stolpersteine, impulsado por el artista alemán Gunter Demning, que recuerda a personas que pasaron por los campos de concentración, que murieron o vivieron esta experiencia traumática, llegó a Ciudad Real en el mes de enero de 2022. Cada adoquín de cemento tiene una placa de acero o de latón con los datos esenciales de una víctima, la fecha de nacimiento, los datos de la deportación y la fecha de fallecimiento o liberación. Estos adoquines se colocaron en nuestra ciudad, donde se encontraban las viviendas de estos ciudarrealeños, y posiblemente pasan desapercibidos para el viandante.

Esta es una pequeña biografía de cada fallecido y el lugar donde se encuentran estos adoquines.


Eloy Molina Martínez (1918-1941). Nació en Ciudad Real el 17 de marzo de 1918 en el departamento de maternidad del hospicio provincial. En 1939 se exilió a Francia donde combatiría contra el Nazismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión XI-B (Fallingbostel), fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 27 de enero de 1941, donde fue posteriormente asesinado el 12 de diciembre de 1941. El adoquín se encuentra en la Plaza de San Francisco, 1, delante de la escalinata de la residencia Santo Tomás de Villlanueva.



Adolfo Caraballo Isaac (1918-1942). Nació en Miguelturra el 25 de julio de 1918. En el año 1936 vivía en la calle del Horno número 1, actual Juan Caba de Ciudad Real. En 1939 se exilió a Francia donde combatiría contra el Nazismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión XVII-B (Krems-Gneixendorf), fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 19 de diciembre de 1941, donde fue posteriormente asesinado el 25 de junio de 1942. El adoquín se encuentra en la calle Juan Caba 1.

 


Deogracias Moreno Moreno (1915-1941). Nació en Villamayor de Calatrava el 12 de marzo de 1915. En 1936 sirve como soldado voluntario en el Regimiento número 1 de Madrid. En 1939 se exilió a Francia, donde combatiría contra el nacismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión XI-A (Altengrabow), fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 26 de abril de 1941, donde fue posteriormente asesinado el 8 de diciembre de 1941. El adoquín se encuentra en el Paseo Pablo Ruiz Picasso.



Rafael Rincón Salinero (1915-1941). Nació en Ciudad Real el 28 de noviembre de 1915. Siendo estudiante se desata la guerra civil cuando estaba realizando el servicio militar. En 1937 es teniente de infantería en campaña, destinado el 28 de noviembre de ese año a la Brigada de Carros Brindados. En 1939 se exilió a Francia donde combatiría contra el Nazismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión Angulema fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 24 de agosto de 1940, donde fue posteriormente asesinado el 19 de diciembre de 1941. El adoquín se encuentra en la Plaza Mayor, 24.




Ricardo Munguía Antolín (1917-1942). Nació en Ciudad Real el 18 de noviembre de 1917. En 1936 reside en Ciudad Real. En 1939 se exilió a Francia, donde combatiría contra el nacismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión VII-A (Moosburg), fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 31 de agosto de 1941, donde fue posteriormente asesinado el 21 de enero de 1942. El adoquín se encuentra en la calle Toledo, 57.



Jorge Blanco Allege (1911-1941). Nació en Ciudad Real el 3 de septiembre de 1909. Su familia se había desplazado desde Madrid a Ciudad Real para establecerse como tablajeros. En 1939 se exilió a Francia, donde combatiría contra el nacismo. Hecho prisionero y procedente del stalag o prisión XI-B (Fallingbostel), fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria) el 27 de enero de 1941, donde fue posteriormente asesinado el 8 de diciembre de 1941. El adoquín se encuentra en la calle Ciprés, 11.

 


martes, 28 de enero de 2025

UNA OBRA INTERESANTE DEL INSPECTOR SR. SOFÍ

 



El Jefe de Vigilancia de esta capital, nuestro simpático amigo don Martín Sofí, ha tenido la amabilidad, que estimamos como merece, de enviarnos una reproducción fotográfica, en tamaño reducido, del Plano Censo de esta ciudad, confeccionado por él en paciente labor de benedictino que ha durado cuatro meses, cuyo trabajo, acabadísimo y perfecto, es una nueva prueba de su laboriosidad y talentos, que no cree necesario ensalzar, aunque fuera justo, por tenerlos ya suficientemente acreditados, y sobre todo, por no herir su excesiva modestia. Ello no obstante y sin temor a ofender esta virtud que tanto enaltece al señor Sofí, ya que en nuestras palabras, imparciales y sinceras por tradición, no puede ver otra cosa que un tributo de admiración merecidísimo ni pedido ni obligado por el agradecimiento sino gustosamente rendido, queremos reseñar las características de esta obra, que con todo detalle y minuciosidad hemos apreciado en el plano original y que hacen de la misma un documento interesante y utilísimo bajo todos los aspectos.

Considerándolo así la Dirección General de Seguridad, ha encargado al señor Sofí que con toda urgencia redacte una memoria explicativa del procedimiento seguido en la confección de este Plano-Censo al objeto de que sirva de pauta para levantar planos idénticos en todas las capitales de la Nación.

EL PLANO-CENSO de Ciudad Real confeccionado a escala de 1:1333, de un tamaño de 150 por 130 centímetros, comprende toda la capital y las edificaciones contenidas dentro del perímetro de las Rondas; en el están numerados todos y cada uno de los edificios y en éstos señalados el número de pisos y el número de viviendas correspondiente al de vecinos que los ocupan o pueden ocuparlas en la actualidad; van a sí mismo, marcadas las salidas o comunicaciones que unas casas tienen con otras o con las calles adyacentes.

Por medio de una clave que comprende 16 colores se determinan las industrias establecidas, los comercios, talleres, tiendas y establecimientos de diversa índole; edificios públicos, religiosos los dedicados a enseñanza, las diversas profesiones liberales, etc., etc., todo ello rotulado y especificado con tal claridad que, a simple vista y sin esfuerzo alguno, aun las personas menos versadas en la técnica de esta clase de trabajo encontrarían fácilmente sus propios domicilios o los de sus parientes y amigos, las tiendas, fábricas, centros o lugares que por cualquier razón pudiera interesarles en un momento.




Esta notable originalidad de la clasificación por el colorido hace del plano-censo un objeto que une lo interesante a lo práctico y lo bello, en tan armoniosas proporciones, que pueden considerarse como algo ornamental avalado enormemente por los innumerables detalles que contiene. Su utilidad salta a la vista y no solo interesa al técnico, al industrial, al empleado, interesa a todos; difícil sería señalar un sector ciudadano para quien no represente este trabajo algo útil y necesario; cuando ya no fuera suficiente el placer espiritual de tener reflejada y como latiendo ante sus propios ojos la vida actual de la ciudad de nuestros amores con todas sus grandezas y con todos sus defectos.

Desearemos mucho, y por ello hacemos votos vivísimos, que el señor Sofí una, a las felicitaciones y plácemes que por su labor ha recibido de todas las personas representativas de esta capital y en Madrid, del Excmo. Sr. Director General de seguridad, la justa de compensación que su ímproba labor, casi rayana en sacrificio, merece, decidiéndose a publicar su trabajo en la seguridad de que sería adquirido y admirado por todos los que poco o mucho se preocupan de la cultura y progreso llevando en el corazón el amor a la patria chica. Nosotros se lo aconsejamos, pues no solo de glorias vive el hombre.

Y perdónenos el señor Sofí si, con estos renglones que, lo repetimos, no son alabanzas ni bombos, debidos o pagados sino tributo de admiración a una labor meritísima, hemos podido, contra nuestro propósito, flagelar un poco su peculiar sencillez y exagerada modestia. Reciba reiteradas nuestras felicitaciones y sepa que muy sinceramente le deseamos un gran éxito, que nunca será tan grande como merecido.

“El Pueblo Manchego” Ciudad Real martes 17 de febrero de 1925

 


lunes, 27 de enero de 2025

CIUDAD REAL 1925

 



El inspector de vigilancia Martín Sofie seguía trabajando, documentando la ciudad. Un plano a escala 1: 1333 que detallaba las calles de la ciudad, sus manzanas, los solares de cada manzana y los usos y propietarios de cada una de ellas.

 Ha contado 143 manzanas y 39 centros oficiales de la ciudad, 17 conventos e iglesias, 21 centros de enseñanza 7 bancos y casas de banca, 487 comercios, talleres y fábricas y 1984 edificios destinados a viviendas. Los ha señalado con colores distintos y en cuando ha tenido la información, el nombre de los propietarios ofreciendo así una excelente información sobe la ciudad.  En el plano de la ciudad siguen existiendo grandes espacios libres dentro de rondas. El plano tiene las medidas en pies y con esta escala va a medir más de metro y medio de largo y cerca de un metro de alto y por eso lo ha dividido en cuatro zonas.

Un plano que presenta las zonas urbanas construidas muy similares a las existentes a mediados del siglo XIX. Lo ha comparado con el de Coello y ve que muchas cosas siguen estando iguales, Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX se produce un importante proceso de inmigración y crecimiento demográfico y un profundo cambio de la propiedad urbana que supone la pérdida del predominio de la nobleza local a favor de una burguesía comercial. El plano lo han revisado en el Ayuntamiento y el arquitecto municipal le ha dado el visto bueno. Las copias en tela empiezan a estar en diferentes lugares de la ciudad.



Una población que crece.

La llegada de población obrera a la ciudad busca terrenos donde poder construir sus viviendas. Y por ello se plantea la ocupación de los terrenos propiedad del general Aguilera al sur de la vía del tren. Nacía así el barrio del general Aguilera que se llamará Larache después. Son las dos primeras zonas de crecimiento de la ciudad fuera de rondas: la de Larache y la de las Casas Baratas. En esta zona, en 1927 se solicitaba licencia para construir 50 viviendas que quedan exentas de ciertos impuestos municipales. La población de Ciudad Real ha crecido entre 1920 y 1930 de forma importante pasando de 20.911 habitantes a 25.331. En 30 años, desde principios de siglo la ciudad ha pasado de 17.155 habitantes a 25.331 lo que supone un incremento de cerca del 48%. En el barrio del general Aguilera viven sobre todo ferroviarios y jornaleros que han emigrado a la capital. El barrio de las Casas baratas tiene una población más repartida de profesiones.

El paso del ferrocarril por el Oeste impedía el crecimiento de la ciudad por esta zona. Por ello se propone cambiar la llegada a la ciudad con un trazado por el Este que liberaría el crecimiento de la ciudad en su lado Oeste. La desviación de la línea se aprobó en 1933. Surgen nuevos barrios como La Corredera en la carretera de Miguelturra que nacía desde la puerta de Granada. Se comienzan a edificar viviendas también en la Era del Cerrillo al sur de la ciudad cerca del barrio de Larache. En el Oeste de la ciudad se comienza a construir cerca del barrio de Santa María, en el camino Viejo de Alarcos, al Norte de las Casas Baratas y en la Ronda de Alarcos frente al antiguo Matadero. Pequeñas actuaciones que van definiendo una ciudad fuera del perímetro de Rondas.

La Plaza Mayor continúa con sus cambios y modificaciones y en  1910 se sustituyeron las columnas de piedra por otras de fundición incorporando marquesinas y colocando un nuevo pavimento en la plaza. El edificio consistorial fue objeto de cambios con la elevación de la torre del reloj en 1929. Ese mismo año se iniciaba la reforma de tres lados de los edificios de la plaza con un concurso que ganó Joaquín Muro Antón. La plaza del Pilar se convierte en espacio de importantes edificios. La Casa Messia y el Banco Central se tienen un cilindro que remata la esquina que se cubre con cúpula superior. Los edificios del Casino de la Unión y el Banco de España que Rebollar ha proyectado a principios de siglo tienen composiciones clásicas en su simetría y equilibrio de formas, con el ladrillo y la piedra como materiales nobles. En 1932 Mateo Gayá con un lenguaje racionalista proyectará el edificio del Banco Español de Crédito.




Y poco a poco en la ciudad surgen viviendas que buscan en el ladrillo, la piedra y los elementos metálicos de balcones y miradores una cierta nobleza. En 1908 se levanta un edificio de viviendas en la calle Feria 5 y en 1911 Florián Calvo proyecta el edificio del Gran Hotel, incorporando los miradores y balcones que enriquecen la imagen del conjunto. La casa Elisa Cendrero proyectada en 1917 recurre esencialmente a la piedra con una elaboración formal más compleja en su ejecución. Nuevos edificios en la calle de la Feria esquina Mercado Viejo, en la calle Lanza esquina Conde de la Cañada, María Cristina, Ciruela, Alarcos, Calatrava y plaza del Carmen van introduciendo acentos en la ciudad que se va construyendo en estas primeras décadas del siglo XX. El ladrillo, la piedra y los elementos metálicos de balcones y miradores definen una arquitectura que quiere cualificar la ciudad con su presencia.


La República y la entrada en la mitad del siglo XX.

El balcón del Ayuntamiento y la plaza repleta de ciudadanos celebran la llegada de la República. Un alcalde, José Maestro pone en marcha una nueva idea de ciudad y por ella le llamarán el alcalde reformador. Servicios públicos, alineaciones y control común de las construcciones y parque con palomar y biblioteca. Algunos de ellos como la Casa de Socorro los realizó el arquitecto municipal Arias, en un lenguaje racionalista que conservará incluso después de la guerra con edificios como la Casa de la Radio y sobre todo el Mercado municipal. Otro alcalde, Cruz Prado, compró los terrenos para empezar a construir el parque de Gasset.

Cuando Martin Sofie, el inspector de vigilancia, contemplaba maravillado la fotografía aérea de la ciudad que habían realizado los americanos en 1956 comprobaba los valores de su levantamiento de 31 años atrás, cómo había crecido la ciudad y se había completado todo el perímetro dentro de las murallas. Poco a poco las viviendas iban surgiendo en el perímetro: el grupo Santa María en el Oeste, las Casas Baratas y Larache al Sur y la barriada de Oriente y del Pilar en el Este iban ocupando, poco a poco el suelo agrícola del perímetro de la ciudad.

Diego Peris Sánchez. Diario “Lanza” domingo 24 de agosto de 1925

 


domingo, 26 de enero de 2025

LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL

 



“La Protección del Patrimonio Cultural de la Provincia de Ciudad Real”, de Enrique Jiménez Villalta, es el título de un libro editado por la Biblioteca de Autores Manchegos, de la Diputación Provincial, con el número 242 de su colección general.

La provincia de Ciudad Real cuenta con un rico patrimonio cultural que ha ido conformándose a lo largo de los siglos gracias al esfuerzo de miles de personas, con ejemplos únicos o relevantes de todas las adscripciones culturales, que se han ido conociendo y poniendo en valor con los trabajos de investigación que se vienen desarrollando en las últimas décadas y que han contribuido para acabar con el estereotipo de tierra de paso sin interés, que existía de la provincia de Ciudad Real.

Este trabajo pretende conocer los comportamientos sociales que han dado origen a la aprobación y aplicación de disposiciones legislativas y a la creación de organismos, como las comisiones provinciales de Monumentos o de Patrimonio, surgidas, en primera instancia, para reunir objetos artísticos, conocerlos y ordenarlos, para salvarlos de la destrucción o del olvido fruto de la desamortización y ponerlos a disposición de la sociedad en museos y bibliotecas y que se enfrentaron después a una tarea más penosa y difícil, la custodia y reparación de las fábricas monumentales, su defensa de los rigores del tiempo y de la incuria de los hombres. Se trata, por tanto, de aportar algo de luz al desconocimiento existente sobre la Comisión de la provincia de Ciudad Real.

El presente estudio detalla los inicios y evolución de la protección jurídica del patrimonio cultural en España, las destrucciones durante las guerras y revoluciones, la función esencial de los agentes del control del poder central en las provincias, el papel fundamental de personajes influyentes ligados a las élites religiosa, económica, política y educativa de la provincia y la ausencia y discriminación de la mujer en estas tareas hasta la segunda mitad del siglo XX. Además, se comprueba cómo los avances sociales, económicos y políticos, la recuperación de las libertades, los ayuntamientos democráticos, la autonomía y la universidad, han contribuido a un mejor conocimiento, investigación, protección y divulgación.

Enrique Jiménez Villalta (Membrilla,1963) es sociólogo y funcionario de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Desde 2002 desarrolla funciones de gestión de programas de protección, promoción y divulgación cultural. Compagina su labor profesional con la investigación sobre la sociedad y la historia local, provincial y regional, de la que han surgido varias publicaciones, como Epidemias y salud. Ciudad Real: del cólera de 1833 a la gripe de 1918 (BAM, 2013).


sábado, 25 de enero de 2025

VIDEO CON IMÁGENES DE LA PUERTA DE TOLEDO DE CIUDAD REAL DESDE EL SIGLO XIX HASTA NUESTROS DÍAS

 



El video es una recopilación de imágenes de la Puerta de Toledo de Ciudad Real, desde el siglo XIX hasta nuestros días. A las imágenes le acompaña un texto explicativo y descriptivo de este monumento, emblema de la ciudad.



viernes, 24 de enero de 2025

LA PLAZA

 



Un amigo, recién llegado a Ciudad Real, preguntó qué significaban las estatuas que hay sobre la cornisa del Ayuntamiento, y el otro, éste nacido y criado aquí, exclamó: «Ah!, Pero ¿es que hay estatuas en la fachada del Ayuntamiento?».

Este recuerdo me sugiere invitar al curioso que quiera acompañarme a hacer una evocación y bosquejo de nuestra Plaza Mayor, a cuyo final y remate están las estatuas.

Porque Ciudad Real cuenta con la plaza por antonomasia que es la Plaza Mayor de todos los pueblos, villas y ciudades de nuestra geografía, heredera un tanto del ágora griega, y del foro romano y por ello con indiscutible y noble tradición.

Ortega y Gasset expresó su admiración por estas plazas: «En la vida española ha debido de haber una época magnífica: la época en que se construyen las grandes plazas con soportales... en los lugares de la ciudad donde el terreno valía más, se renunciaba a una parte de él para convertirlo en vía pública. Como idea implica suavidades del alma hoy imposibles. Suponía el acuerdo y común sacrificio de todos los propietarios en beneficio de una abstracción, que es la urbe».

La hispana Plaza Mayor está presidida por la Casa Consistorial. Podrá ésta concurrir con otros edificios más ricos o con más amplio destino, pero a todos ellos puede decir lo que el caballero, citado por Don Quijote, dijo a quienes porfiaban sobre el orden para ocupar asientos: «Sentaos, majagranzas, que donde yo esté seré vuestra cabecera», En la Plaza Mayor se cobija el corazón de la ciudad, cuyos movimientos de sístole y diástole, impulsan y recogen su vida. Cuando esto no es así, es que han cambiado algunas cosas. Pero no es este momento para entrar en su examen.




 Al menos, desde que fue Villa Real, Ciudad Real tuvo Plaza Mayor, en torno a cuya oquedad se levantó la Ciudad, con su contenido material y espiritual, buscando una convivencia, basada en fundamentos religiosos y civiles. Esta Plaza Mayor originaria era de madera, los postes que sostenían los soportales; las armazones de las casas, los corredores, los balcones y ventanas. No había regularidad ni en alturas ni en formas: prevalecía el gusto o capricho de cada propietario.

En el siglo XVIII se le dió su estructura actual a costa de los propietarios: como éstos en su mayoría eran del brazo eclesiástico, hubo protesta y oposición de la Vicaría que solventó la apelación hecha por el Concejo al señor Arzobispo. En 1854, Don Joaquín Gómez, nos dice que la midió por sus pasos y contó 130 de largo, 40 de ancho por el lado sur y 62 por el norte. Contó, además, 173 palcos en total, sin que sepamos exactamente a qué se refería. El mismo autor continúa: «El frente, salida al Pilar, llamado de los Arcos Viejos, tiene tres practicables y dos lodados; y palcos principales diez, segundo otros diez y dos en la «Torrecilla», donde se sube por escalera de mano». Estos arcos son los que dieron nombre a la calle que conduce al Pilar, hoy General Aguilera.

En 1860 se reparó y cambió su decoración «empleándose al efecto el género greco-romano»: hubo también inconvenientes por los dueños de las casas y «por la mezquina altura que tienen los pisos». Estas dos últimas citas proceden de la Guía de Ciudad Real del Inspector de Primera Enseñanza don Domingo Clemente (1869), quien nos hace una muy técnica y detallada descripción de la plaza, calculando su extensión en unos 4.000 metros cuadrados. La piedra de las columnas y arcos de los portales se sustituyó por hierro en 1910. Con ello, en opinión de Hervás, se dió a los portales «mucha belleza y comodidad».

En el lado menor del trapecio que forma la plaza, donde estaban los arcos y la Torrecilla, se construyó la actual Casa del Ayuntamiento: hasta que tuvo casa, parece que el Ayuntamiento o Concejo se reunía en el exterior de la Iglesia de San Pedro; luego en la que construyo sobre la casa y tienda que fueron confiscadas al judaizante Alvar Díaz y que fueron donadas por la Reina Isabel la Católica a petición del Concejo, aprovechando una estancia aquí de tan excelente Reina por el año 1484. Se tardó en terminar por dificultades financieras, que hubieron de salvarse por medio de diversos recursos. Según la inscripción en piedra que recientemente se h a puesto e n descubierto, fue en 1619 cuando se acabó esta obra. Ahí está en parte todavía, precedida por un arco, esquina a la calle de María Cristina: en la clave del arco transversal hay una imagen de la Virgen que permaneció durante nuestra guerra de liberación. Esta casa fue dañada por el terremoto de 1755, sufrió un fuego algunos años después y se declaró en ruina en 1864. Entonces pasó el Ayuntamiento a la calle de la Mata, donde conocimos la Audiencia Provincial y ahora un grupo de viviendas para funcionarios municipales.

 


En 1869 se terminó la Casa Consistorial que conocemos, según proyecto del arquitecto don Cirilo Vara y Soria. También el Sr. Clemente nos hace de él meticulosa y entusiasta descripción: las modificaciones desde entonces han sido ligeras; afectan a la torre y al salón de sesiones principalmente. Y nos describe una escalinata de acceso, amplia, «con seis batientes con subida de frente y por los costados», que debía ser muy parecida si no igual a la actual, después de la desaparición de la terraza con balaustrada de piedra que tuvo lugar por poco tiempo ha.

Sobre la cornisa, las estatuas: junto al fronto, la Justicia y la Prudencia; en los extremos, la Industria y la Agricultura. Si la vista no me engaña, la Justicia tiene los ojos desvelados y si esto es así, podemos discutir a una publicación norteamericana su afirmación de que en la Ciudad de Virgina existe la única estatua de la Justicia con los ojos descubiertos.

Tenemos noticia de los nombres de las posadas que estuvieron en la Plaza (del Sol, del Caballo, de la Fruta; de la existencia del primer café y del Pósito. Su lado norte lo cortaba, como en descomunal hachazo, el Alcaná, que salía frente a la calle de Caballeros, (aún hay un patinillo que lo recuerda).

En el Alcaná traficaron los judíos, dicen que lo utilizaron como toril después y en él le ocurrió una aventura al singular caballero que fue don Alonso de Céspedes. Una noche le salió al paso un embozado: se batieron las espadas, que se hicieron añicos, vino la lucha a brazo partido, cayeron los contendientes al suelo, se atacaron y defendieron con uñas y dientes y al final hubo mediación y retiraron a don Alonso bastante maltrecho. Luego resultó que la provocación era de su hermana doña Catalina que quería así retirar a don Alonso de malos pasos. Podemos jurar que la señora no era manca, pues su hermano don Alonso acreditó sus fuerzas en la guerra y en la paz. Cuenta que aquí en una ocasión lanzó a un tejado a un alguacil que le requirió por cosa de armas y en otra, para galantear a una dama, levantó el caballo sujetándolo con las piernas y él agarrándose a un balcón. Y como la dama le dijera que aquello estaba muy visto, le arrancó la verja del balcón. Fuera de aquí dejó otros recuerdos y entre ellos, heroicos hechos militares en las campañas de Italia y contra los moriscos, en la que murió peleando.

 


Las más recientes reformas de la Plaza se refieren a 1os intentos de restauración que se empezaron conforme a modelo que luego se abandonó para sustituirlo por otro; al pavimento de basalto, al empedrado del andén central, con ­los bancos y las columnas y la fuente, hoy luminosa. Hubo antes otra fuente que había de servir de pedestal a una proyectada y non nata escultura de Hernán Pérez del Pulgar; esta vieja fuente de la que nos habla don Domingo Clemente, fue trasladada al Pilar y de ella quedan los delfines y conchas que ahora están al final del Parque. Por la Plaza se empezó a instalar el moderno alumbrado con lámparas de mercurio.

Es imposible hacer una relación de los hechos colectivos que tuvieron por escenario nuestra Plaza. Todos ellos, religiosos y profanos, civiles y militares, alegres y tristes, repercutieron en ella. Desde las revueltas contra calatravos, judíos y moriscos, hasta procesiones y otros actos piadosos, pasando por autos de fe, guerra de la Independencia, picota de reos, cambios políticos, ferias y mercados, corridas de toros... Estas se celebraban en fechas fijas, el 15 y 16 de agosto y otras eventualmente, para allegar recursos con fines piadosos o municipales, para costear el retablo mayor de Santiago, para terminar las obras del Prado, etc.

Pero para cada uno de nosotros, además, la Plaza tiene sus particulares y emotivos recuerdos: cuántas veces la hemos paseado, sin contar los pasos, con nuestras ilusiones, nuestras esperanzas, nuestras penas y nuestros asuntos. O tal vez con nuestra mirada en busca de otra que nos corresponda.

Sigue siendo el centro de la vida local aunque ésta tienda a desplazarse por imperativos de diversa índole. Lamentamos que no tenga uniformidad, como en su tiempo y a su manera hicieron nuestros antepasados. Y cuando se ha hablado de quitar de ella la Casa Consistorial por fea o por insuficiente o por estorbo (su autor dejó consignado en la Memoria del proyecto que los arcos lo serían para el tráfico cuyo aumento presumía), hemos pensado que ello podría hacerse, pero buscando sitio al Ayuntamiento dentro de ella que es su marco natural y cubriendo ese lado para no desenmarcar la Plaza y dejar al descubierto el feo embudo torcido de la calle del General Aguilera.

Antonio Ballester Fernández. Boletín de Información Municipal Nº 11 octubre de 1963


jueves, 23 de enero de 2025

PLAZA MAYOR

 



La plaza de las villas y ciudades siempre ha sido el corazón de las mismas. Alrededor de ella se vierte la población en Calles, avenidas y recónditos rincones; la plaza mayor marca el tono existencial del lugar. Imprime la personalidad de la villa. Así, en ciudades tan monstruosas como pueda serlo ya Madrid, visitar su Plaza Mayor es casi, casi abrir el libro de su historia por las primeras páginas y comprobar que la gran ciudad que les hoy, fue otras veces un gran poblachón.

La Plaza Mayor de Ciudad Real, con la última y reciente remodelación, debiera ser el espejo en que se refleja el carácter de la ciudad, su personalidad y, en suma, su historia. Sin embargo, creo que presenta algún rasgo, que pudo ser evitado, de lo contrario. Al menos nuestra Plaza Mayor, tal y como hoy es, dista bastante de mostrar nuestra personalidad, aparte de carecer de un grato acogimiento.

Posee la amplitud suficiente que le permite ser soleada en invierno, y está lo suficientemente cerrada para ser una auténtica plaza. Existen muchos lugares en los que la plaza es un mero cruce de calles o avenidas. No es éste el caso de nuestra plaza, en la que sólo inciden tres calles, lo que permite hacerla peatonal, como muy acertadamente se ha hecho. Otro acierto es haberla habilitado para aparcamiento -¿por qué “parking”?- subterráneo, con lo que se aleja de ella el siempre molesto tráfico rodado.

Sin embargo, entre tanta piedra granítica y esas losetas de mármol -¿mármol?- de las columnas de los soportales, produce sensación de frialdad, de escasa humanidad. Apenas, unas flores junto a la fuente. Menos mal que el agua soslaya algo tal frialdad afectiva. El Rey y la fuente, ambos en el mismo lado de la plaza, ocultan esa zona de soportales -que ahora serán los tristes-, con lo que este detalle tan castellano vese disminuido por tal situación real y líquida.

Es cierto que el mejor lugar del Reyes la Plaza Mayor, pero no necesariamente en esa parte. ¿No podría haberse mantenido en el centro, por ejemplo? Falta en todo el conjunto cierto tono verde, arriates con plantas, flores, algún arbolito. En fin, se me antoja pensar que, entre la mezcla de estilos arquitectónicos que la rodean por una parte, la sequedad y austeridad de la piedra, la desvirtualización de los soportales, por otra -han perdido el relieve que antes poseían-, se ha convertido en una Plaza Mayor fría, desangelada, sin estilo propio y, obviamente, muy alejada de lo que es una villa manchega: acogedora, afable y muy humana.

También es verdad que uno, como en tantas otras cosas, Ignora los problemas técnicos las directrices arquitectónicas europeas, pero qué nos importa si se trata de tener una Plaza Mayor, refleja de nuestro ser, y sitio acogedor para la charla y el paseo grato y amigable. Algo menos geométrica, menos insustancial, más grácil hubiera puesto una nota de mancheguismo, pero se ve que estamos entrando en Europa. Qué le vamos a hacer.

Francisco Mena Cantero. Diario “Lanza” 22 de octubre de 1988

 


miércoles, 22 de enero de 2025

LOS SOPORTALES

 

Los antiguos soportales de la Plaza Mayor con las columnas de hierro

 


Amo los soportales de la plaza como el peregrino los lugares donde depositó el voto de sus más queridas aspiraciones.

Los soportales y yo, o yo y los soportales, estamos ligados por un sentimiento tan misterioso como íntimo, de tal modo, que muchas de mis ideas, afectos y aspiraciones, así como también cuando recuerdo dichas que ya pasaron o lloro desventuras presentes para comprender éstas y volver á identificarme con aquéllos, tengo que trasladarme al sitio donde se engendraron; á los soportales de la plaza.

¡Los soportales! Tal vez crean mis lectores exageradas las anteriores afirmaciones.

¡Los soportales! calleja estrecha donde se acumulan montones de víveres que el demonio de la gula de la población reconoce por su campo; salchicherías que ofrecen el cuadro horripilante de cien víctimas que sacrificó y descuartizó el hombre para acallar los fueros de su estómago; tabernas hasta las que se arrastra perezoso el beodo para dejarse el alma en el fondo de la última copa que apura; panaderías y ultramarinos, que sugieren la más espantosa de las ideas, la de la lucha por la vida, el pan y los garbanzos; alguna confitería contigua a una botica, espejo fiel de la existencia humana, lo dulce junto a lo amargo, el placer vecino del dolor, y por último, aunque esto debiera ser lo primero y por ello haber empezado, en mi descripción de los soportales, una Purísima dibujada en el techo del soportal, que alimenta de aceite para su alumbrado la piedad de un vecino, y cuya Purísima, emblema de bondad, preside desde su modesto trono lo mismo la felicidad del que por el soportal pasea dichoso como es el paño de lágrimas del desventurado que sin pan ni hogar pasa la noche apegado a un poste de la plaza, embozado por todo abrigo en su propio infortunio.

Estos son los soportales de la plaza y sin embargo de estas filosóficas y por ende tristes ideas que ellos me sugieren, yo los amo porque ellos me evocan, como á casi todos los que aquí nacimos, recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia y de mi virilidad.

¿Quién de la niñez no guarda el recuerdo de alguna indigestión de dulces, acarreada en aquellas confiterías, que hizo necesaria la intervención de la farmacopea y nos dió la primera noción de que en la vida lo dulce y lo amargo se tragan sucesivos y por igual?




Adolescente, ¿quién no ha llegado hasta aquellos montones de víveres provisto de la cesta de las viandas, más que con la intención de evitar en su casa el coste de una criada (que afortunadamente en la mía siempre la hubo) con el acicate del vicio naciente para sisar en las compras y adquirir las primeras cajetillas de tabaco?

Bajo los soportales de la plaza hemos sentido las primeras palpitaciones del amor, mirando desde detrás de un poste a la diosa de fresca, pura y sonrosada frente objeto de nuestro naciente delirio, estableciendo con ella, mientras la mamá ajustaba el tocino con el salchichero, esos diálogos mudos en que hablan elocuentes los ojos y el corazón. ¡Momentos fugitivos de éxtasis indefinible!

¡Los soportales! ¿Quién no guarda el recuerdo? permitidme que lo diga, aunque me sonroje, quién no guarda el recuerdo de una ¡¿ajada!, siquiera sea una nada más, adquirida en los soportales la noche de los Difuntos, noche de triste aniversario en que se recuerda á los muertos y para recordarlos mejor ¡miserable humanidad! hay que meterse en las buñolerías y atiborrarse el estómago de tallos y aguardiente, que al fin el cuerpo es el. encargado de pagar las deudas del -espíritu, como decía Fígaro?

¿Quién, en fin, en las noches de desesperación, en las contingencias de la vida, en las crisis monetarias, en los días lluviosos no se ha puesto a cubierto bajo los soportales, refugiándose en ellos cómo en último baluarte, donde se ha defendido del aburrimiento viendo desfilar muchachas más o menos bellas, o paseando y pensando como los peripatéticos, para dar una solución a sus males?

¡Los soportales! Estos son los sitios que yo amo como el peregrino los lugares donde depositó el voto de sus más queridas aspiraciones, y por eso estos días en que veo el cielo cubierto como mi espíritu de nubes frías, y la lluvia me empuja hacia los soportales, por donde la gente transita ya con la indumentaria propia de la estación, y el castañero junto á un poste ha hecho tienda del aire libre, desde donde vocea su mercancía: ¡tostás! ¡tostás!, volteándolas sobre el fogón en la sartén de agujeros, pienso en mi pañosa que ya se está aireando en la ventana de mi cuarto y me dispongo, como la inmensa mayoría de mis camaradas, á envolverme en ella y a buscar el cuartel, refugio y distracción de todos en las noches de invierno en Ciudad-Real.

Los soportales de la plaza.

Juan Bautista Bernabeu “Ecos Manchegos”. Ciudad Real 1902