Dada la importante aportación de
imágenes que realizaron para nuestra Catedral, los insignes escultores
valencianos Rausell y Llorens, estimamos de interés dar unos apuntes
biográficos sobre estos notables imagineros, a la vez que unos breves datos
sobre costo de las obras y fechas de ejecución de las mismas.
El Apóstol
Santiago
En la actualidad aún vive en Valencia un
hijo del primero de los artistas citados, don José Rausell Sanchís, con el que
nos une gran amistad. El mismo nos ha proporcionado los siguientes datos, los cuales
nos han servido para trazar esta modesta semblanza.
San
Andrés y San Bartolomé
José María Rausell Montañana nació en
Meliana (Valencia) en 1898. A los catorce años entró como aprendiz en el taller
de escultura de José María Ponsoda; trabajando y estudiando cursa los estudios
en la Escuela Superior de Bellas Artes (hoy Facultad de San Carlos de Valencia).
En el taller del maestro Ponsoda convive con los imagineros Carmelo Vaent,
Julio Benlloch y Francisco Llorens, en 1922 realizó el monumento en piedra, en
su pueblo natal, a su amigo fallecido a los veinticinco años, Benlloch, que
estaba pensionado en Roma. En abril de 1930, con su inseparable compañero de
trabajo, el escultor Francisco Llorens, abren un estudio: “Rausell y Llorens”,
en la plaza del Picadero, después del Pintor Pinazo, en Valencia. A esta época
corresponden las imágenes que conservamos en Ciudad Real y provincia. En 1964,
fallecido Francisco Llorens y jubilado José María Rausell, cierran el
estudio-taller. Como datos anecdóticos citaremos el cierre del taller de
escultura durante el paréntesis de la guerra civil 1936-39, año en que
reanudaron su trabajo; así como los desperfectos ocasionados en las riadas
valencianas, llegando el agua en la primera de ellas a una altura de 1,60 m. y
en la segunda a 1,40 m., destruyendo completamente bocetos de arcilla cruda,
documentos y proyectos. No podemos silenciar al señor Castellano, todavía
residente en la ciudad del Turia, decorador exclusivo de las obras que salían
del citado taller.
San
Felipe y San José
Aunque conocido por pocos, el retablo de
nuestra catedral obra calificada por los expertos como la mejor de la provincia
-en cuanto a escultura se refiere- se vio seriamente dañado en la contienda
civil 1936-39, desapareciendo para siempre bastantes imágenes: ocho de las del
grupo del apostolado y siete en la parte superior, éstas no respuestas a
excepción del Cristo crucificado. Arduo problema se le presentó al Cabildo
Prioral, quien decidió sustituir aquellas figuras de la forma más acertada y
digna a tono con el resto del retablo, que tallado en 1616 el genial artífice toledano
Giraldo de Merlo y donara el ciudarrealeño emigrado a Méjico Juan de Villaseca.
Es de destacar la labor emprendedora del entonces gobernador civil de la
provincia don Jacobo Roldán, quien encargó y costeó a los señores Rausell y
Llorens toda aquella magna empresa. Así se fueron haciendo realidad aquellos
sueños y en febrero de 1947 llegaban las cuatro primeras esculturas, a saber:
San Pedro, San Pablo, Santiago el Mayor y San Andrés, cuyo importe ascendió las
dos primeras a 18.200 pesetas y las otras dos a 21.200 pesetas. En el año 1954
llegaron San Felipe, San José, San Juan Bautista y San Bartolomé, a 14.000 pesetas
cada una. Del agrado de todos quedó así reparado este gran retablo y en opinión
de los técnicos su realización constituyó un gran acierto. Un detalle muy
importante de estas imágenes es la finura de la nariz y de la cara, así como
los mentones tan pronunciados y los estofados y bruñidos tan bien decorados,
manteniendo el estilo barroco.
San
Juan Bautista
Es de tener en cuenta que Castellano, al
policromar, trazaba con su pincel las cejas de cada imagen cabello por cabello,
con lo que realizaba el realismo del rostro de cada una de las tallas. Otra
cuestión fue la sustitución de la imagen de la Santísima Virgen del Prado, pues
desaparecida la original en dicha contienda –talla gótica joya de la escultura
religiosa- y desde que se hicieron patentes en 1946 los terribles estragos de
la carcoma en la esculpida por el artista catalán Vicente Navarro, era
necesaria la adquisición de una nueva. Se llevó a acabo la ejecución de otra
tercera imagen, encargada por el prelado de la diócesis don Emeterio Echeverría
Barrena, en 1950 a los artistas objeto de nuestro estudio; habiendo sido
conceptuada como obra maestra admirada y ensalzada por todos. Su coste ascendió
a 17.000 pesetas siendo financiada por el señor Roldán y regalándosela al
pueblo de Ciudad Real como consta en el contrato que obra en poder de uno de
los firmantes de este articulo.
San
Pablo
Finalmente podemos admirar en nuestra
catedral, en su capilla del Santísimo, otras dos obras de estos artífices valencianos,
las imágenes de Santo Tomás de Villanueva y la del entonces Beato, hoy San Juan
de Ávila, cuyos costes fueron de 15.500 y 15.850 pesetas, respectivamente,
sufragadas por el entonces deán del Cabildo Prioral, doctor Jiménez Manzanares.
E.
G. Morales/ J. Lopez de la Franca. Diario Lanza, domingo 23 de agosto de 1992,
página 4.
San
Pedro