Con motivo de las obras que se han venido realizando en la capilla de Jesús Nazareno en la Parroquia de San Pedro, hemos podido ver una imagen histórica en la Catedral, al acoger la capilla de la Dolorosa la imagen de Jesús Nazareno para su veneración mientras han durado las obras en la suya. Pero ésta no es la primera vez que la hermandad pide tener al culto su imagen titular en este templo, ya que en el siglo XIX hubo un intento de trasladar la hermandad e imagen al mismo.
Las cofradías del siglo decimonónico pasaron por diferentes periodos de crisis. En 1808 entraron los franceses en España dando lugar a robos, cierre y destrucción de iglesias en donde radicaban cofradías, etc., lo cual provocó una crisis múltiple en ellas, principalmente de tipo económico.
A partir de las Cortes de Cádiz, en 1812, se creó una ideología progresista y agnóstica cuyas consecuencias fueron la exclaustración, la desamortización y la intervención. La mayoría de las hermandades se empobrecieron, resultando su labor y actividad caritativa escasas. En cuanto a su religiosidad, quedó reducida a la admiración del Misterio de la Pasión y Muerte de Cristo y quizás ni eso, sino sólo a la salida procesional, sin mayor profundización o contemplación.
Podemos afirmar que el XIX fue un siglo de
decadencia de las cofradías y las de Ciudad Real, al igual que las del resto de
España, se empobrecieron, se encontraban faltas de recursos, y esta carencia
quedó lógicamente manifiesta en su manera más firme de expresión pública, tal
como eran sus desfiles procesionales, pobres y de apariencia improvisada.
Sabemos por un documento que se conserva en el Archivo Diocesano de Toledo (1), que la Hermandad de Jesús Nazareno fue fundada el 6 de enero de 1725 en el Convento de los Dominicos de nuestra ciudad, quienes cedieron el uso de la imagen de su propiedad. Desamortizado el convento en 1820 y exclaustrados los frailes, la iglesia conventual quedó abierta al culto a cargo del sacerdote Juan Espejo, realizando sus cultos y salida procesional desde el citado templo la hermandad, que fue decayendo progresivamente y en 1836 vivía una gran crisis, ya que tan sólo tenía seis u ocho hermanos que no realizaban ningún tipo de culto a la imagen titular.
La iglesia conventual se encontraba en el distrito de la Parroquia de San Pedro, y enterado su párroco Andrés García, de la situación de la hermandad y del casi abandono de la imagen, pidió permiso al Vicario Eclesiástico de Ciudad Real y su partido, en el citado año de 1836, de trasladar la imagen de Jesús a la Parroquia de San Pedro. Concedido este permiso, fue trasladada la imagen a su actual ubicación en la capilla de San Juan Bautista, tras la aprobación del patrono de la misma Francisco Medrano. Una vez allí con recursos del propio párroco y de la fábrica de la parroquia, se acometieron las obras precisas para poner dignamente al culto la imagen de Jesús, y así en 1837 en la Dominica Quinta de Cuaresma se volvió a celebrar la función en honor de Jesús Nazareno que estuvo a cargo del citado párroco.
La hermandad se reorganizó en la Parroquia
de San Pedro sin ningún estatuto o constitución, contando en 1853 con 56
hermanos y ocupando el cargo de hermano mayor Rafael Úbeda, que venía
desempeñando dicho cargo desde 1851.
Con motivo de los cultos en honor a Jesús en 1853, surgió un enfrentamiento entre el hermano mayor y el párroco, sobre la predicación de los mismos, al parecer por la dejadez del hermano mayor en su organización. Al término de la Semana Santa, donde también surgieron disputas durante la procesión, se reunió el párroco con los hermanos quienes le presentaron un borrador de nuevas constituciones para su gobierno, en las cuales incluían el cambio de su sede canónica a la Parroquia de Santa María del Prado, con la cual en el transcurso de los siglos siempre tuvo gran rivalidad la de San Pedro.
Para conseguir su objetivo, y tras la negativa del párroco al cambio de sede, 29 hermanos de la feligresía de Santa María, firmaron un escrito dirigido al Vicario Eclesiástico de la ciudad, solicitando el cambio de sede canónica argumentando que existía un gran enfrentamiento con el párroco. Esto motivó que el Vicario pidiera informes al párroco sobre lo ocurrido y la conveniencia del traslado a la Parroquia de Santa María del Prado.
El párroco contestó el 11 de mayo de 1853 argumentando el motivo del enfrentamiento de los hermanos contra él, por la función del quinto domingo de Cuaresma y se negaba al traslado de la imagen y hermandad. También pedía “proceda a desestimar la soñada traslación de Jesús Nazareno a la de Santa María y que la ilustrada piedad de vuestro dignísimo Sr. Gobernador purificando de cizaña el campo de su Iglesia resuelva la reconstitución de la Hermandad en esta Parroquia bajo una dirección sólida, prudente y pacífica”.
Al final, la Vicaria desestimó la
pretensión de los hermanos y la Hermandad de Jesús Nazareno, permaneció para
siempre en la Parroquia de San Pedro.
Emilio Martín Aguirre. Revista
Oficial de la Semana Santa de Ciudad Real, “Ciudad Real Cofrade 2009”
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