Hoy, 1 de octubre, hace 75 años que abrió sus puertas al público de Ciudad Real este centro, que venía funcionando como Biblioteca del Instituto de Segunda Enseñanza (calle Caballeros), con un carácter casi privado para profesores y alumnos del centro.
La Biblioteca Pública de Ciudad Real tuvo su origen, como casi todas las provincias de España, en los fondos bibliográficos procedentes de los conventos suprimidos con motivo de la exclaustración. Tenemos datos, año por año de su evolución pero en estas líneas no vamos a presentar un trabajo exhaustivo, únicamente una pequeña referencia de su historia con motivo del 75 aniversario de este centro cultural que fue acogido por el elemento oficial e intelectua1 con el mayor entusiasmo y con el escepticismo e incomprensión, que nunca falta, de algunos llegaron a decir que los gastos deberían ser sufragados por Ciudad Real capital, y no por la provincia, puesto que el beneficio era para esta ciudad. De ahí que el bibliotecario se viera obligado a replicar diciendo que «a nadie que entrara en la biblioteca se le preguntaría por su lugar de nacimiento». ¡Qué lejos estaban estas personas de sospechar que en 1975 existirían 29 bibliotecas en la provincia, con edificios magníficos, como los de Valdepeñas, Puertollano, Alcázar de San Juan, La Solana, San Carlos del Valle, etc., ¡debidos principalmente al espíritu y afán de difusión de la cultura de la Biblioteca que abría sus puertas en 1900!
1844-1860. Los libros
recogidos en los conventos se fueron depositando en un entresuelo de techo bajo
y pocas luces, del edificio del Instituto. La necesidad de un local era
reclamada continuamente, hasta que en 1881 pasó a ocupar una nave en la planta
alta del mismo edificio con una magnífica estantería construida a expensas de
la Diputación Provincial, llevando a cabo dicha institución, junto con el
Instituto, una serie de estudios y gestiones para que fuera creada la
Biblioteca Pública, «pensamiento generoso al que hubieron de renunciar
obligados por la cuantía del importe». (Tolsada, memoria de la Biblioteca del
Instituto de Ciudad Real. 1900). Pero la Diputación Provincial se obligó a entregar
una cantidad anual para libros. En 1896, por fin, la biblioteca quedó incorporada
al Estado y en el curso de 1900-1901, abrió sus puertas a todos los lectores
que quisieran acudir a su sala de lectura.
En 1925, la Diputación Provincial, debido a las gestiones llevadas a cabo por el entonces bibliotecario don Francisco Tolsada y con la valiosa ayuda de don Bernardo Mulleras y don Vicente Calatayud Gil, cedió un amplio salón con despacho y depósito, que fue adaptado y decorado, instalando allí la Biblioteca.
En marzo de 1961
pasó a ocupar el edificio construido «ad hoc»en el Paseo del Prado (Casa de
Cultura.). El gobernador civil, don José María del Moral, el alcalde don Antonio
Ballester y muy especialmente el director general de Archivos y Bibliotecas,
ilustrísimo señor don José Antonio García-Noblejas. en esta ocasión, fueron los
artífices de la actual Casa de Cultura.
ENTIDADES BENEFACTORAS, DE ESTE CENTRO A LO LARGO DE ESTOS 75 AÑOS
El Instituto de
Enseñanza Media y la Diputación Provincial principalmente, y el Ayuntamiento de
Ciudad Real con la cesión del solar para el nuevo Centro Bibliotecario. Sin
olvidar a la Prensa y medios de difusión que siempre han acogido, y acogen todas
las actividades del centro con entusiasmo y generosidad.
LEGADOS O DONATIVOS IMPORTANTES
La Diputación
Provincial fijó durante una Serie de años, una cantidad para adquisiciones,
destacando el presupuesto especial de 1885, que consignó 2.500 pesetas. Además
de unos créditos para la adaptación de los locales de la planta baja de la
Diputación (hoy Intervención).
Independientemente de los libros remitidas por el Ministerio de Fomento, merced a la influencia del diputado a Cortes, don Luis del Rey, y al interés de don José Ruiz Márquez para que fuera incluido en 100 repartos periódicos de libros que hacia el Ministerio, figuran cómo donantes, los ya citados Diputación Provincial y Ayuntamiento de Ciudad Real; todos, absolutamente todos, los directores del Instituto, personificándolos en el ilustrísimo señor don Federico Galiana; los muy ilustrísimos señores don Santiago Magdalena, don Luis Delgado Merchán, don Francisco de la Pisa y Pajares, don Inocente Hervás y Buendía; los señores Boscá, Giner de los Ríos, Blázquez y Delgado Aguilera, don Antonio; don Patricio Clemente y López del Campo, y en época reciente don José Balcázar (1948) y el legado de la familia Castillejos (1969), y la Caja Rural Provincial (1975).
Como dato curioso
que nos habla muy claro de las variaciones del poder adquisitivo, citaremos el
legado de 250 pesetas, hecho por el excelentísimo señor don Francisco de la
Pisa Pajares, con destino a «importantes tratados de Agricultura.», para,
nuestra biblioteca que mereció que públicamente se dieran las más expresivas
gracias, «loor y gratitud merece quien después de tantos sacrificios como se
había impuesto en vida para mejoramiento del Instituto, dispone en su última
voluntad que un nuevo recuerdo fuese manifestación ostensible del acendrado
cariño que profesó siempre a este centro de cultura.
Isabel Pérez
Valera. Diario “Lanza” miércoles 1 de octubre de 1975
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