Hasta finales de diciembre de 1970, en la parte posterior de botellas y botellines de la citada marca cervecera se mantuvo la leyenda: “Cervezas fabricadas por CEMANSA” Una vez concluida la fusión con la fábrica de Jaén, empezó a aparecer, enero de 1971, en la parte trasera de cada envase de vidrio: “Cervezas fabricadas por S.A. El Alcázar” Eran, por decirlo así, las bases donde se empezó a escribirse la crónica de una muerte.
Respecto a la parte social, a la masa de
trabajadores que sostiene cualquier fábrica pura y dura, en 1978 encuentro un
decreto de Presidencia de Gobierno, remitido por la Oficina Delegada de
Depósitos de Estatutos de Organizaciones Profesionales de Ciudad Real. En el
mismo se hace constar que el 11 de abril de 1978 se habían depositado -como
marcaban aquellos nuevos tiempos de la Transición- los Estatutos de la
Organización Profesional denominada: Asociación Independiente de Trabajadores
Cerveza Calatrava, S.A. El Alcázar, cuyo ámbito territorial eran sus
respectivas provincias y en el ámbito profesional lo formaban todos sus
trabajadores.
A finales de 1987, cerveza Calatrava ya preparaba el 25 Aniversario que cumpliría al año siguiente. Me viene la referencia por la hemeroteca digital del periódico Lanza, en cuyo número de 30 de diciembre destaca la noticia de las buenas perspectivas que tenía la cervecera manchega. En el destacado menciona: Cerveza El Alcázar y Calatrava, con factorías en Jaén y Ciudad Real, se prepara para celebrar el aniversario con provechosas posiciones para el sector y las citadas marcas; era un mensaje que manifestaban sus directivos para tranquilizar, especialmente, al personal de la antigua CEMANSA.
Destacaba dicha noticia que el sector cervecero
se estaba preparando, para que la plena integración de España en Europa no le
cogiera desprevenido. Por ese motivo se habían producido entonces integraciones
como la de El Alcázar y Calatrava dentro del Grupo Cruzcampo. Se quería lograr
para la fábrica de Jaén una producción de 120 millones de litros de cerveza,
como objetivo para el año 1990. “La fábrica de Ciudad Real también será
potenciada, porque queremos que contribuya al desarrollo de su provincia” señalaba
un directivo jiennense. En sus palabras las perspectivas eran buenas, por
tratarse de un producto “natural” y una bebida “europea”, cifrando en un 6% el
crecimiento de las ventas del sector cervecero español.
Sin embargo, según el testimonio que he podido recoger, todas las buenas perspectivas citadas se vieron truncadas por una inesperada contingencia: la calidad del agua suministrada a la fábrica de Calatrava sufrió una pérdida de propiedades y la cerveza resultante se perjudicó también en su composición, sabor y color. Evidentemente esto provocó una masiva devolución de cajas y barriles, por parte de los clientes a sus distribuidores, a la propia fábrica, sin que los responsables comerciales y técnicos en esos años 80-90 supieran gestionar debidamente la devolución de tantos envases, cajas y barriles, para su reposición mediante otros con la cerveza ya en calidad óptima.
Mediante arreglos legales, se siguió
manteniendo la producción en Cerveza Calatrava. Tanto es así que las buenas
relaciones sociales entre trabajadores y empresa, se siguieron manteniendo con
toda normalidad. Prueba de ello es otro destacado en la prensa local donde se
comenta el Día de Reyes, de enero de 1988; una vez más la fábrica hizo pasar un
rato feliz a los niños en un acto social y solidario, tal como caracterizaba a
la desaparecida empresa dentro de su geografía provincial. Felicitaban a la dirección
por el detalle de acordarse, como cada año, de los hijos de los trabajadores
cuando llega una fecha tan entrañable. Los niños recibieron sus juguetes con
alegría, previa degustación de exquisitas migas, churros y chocolate para todo
el colectivo de trabajadores y amigos que se encontraron presentes.
En 1990 el Instituto para la Mediana y Pequeña Empresa (IMPI) publicaba a principios de esa década, en colaboración con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, un estudio que recogía de forma sucinta las principales empresas de cada localidad, con indicación de su actividad y volumen de negocio según unos márgenes establecidos a modo de orientación.
Dicho estudio oficial señalaba la existencia de
73 industrias en Ciudad Real, con diferente volumen de negocio y actividad. En
la publicación que puedo repasar por la Red, sus autores han escogido 12 de las
más significativas; las cifras podían dar una idea de la realidad del sector en
aquel preciso momento. En dicho rol, El Alcázar figuraba en el puesto 6º con un
volumen en millones de pesetas entre 500 – 750, lo que hoy se podría considerar
por volumen de facturación en millones de euros entre 3 – 4,5 millones de
euros. Se hacía constar igualmente que la desaparecida empresa también
fabricaba malta, lúpulo y los ingredientes necesarios para producción de
cerveza.
La entrada de España en la C.E.E., había posibilitado la integración de las dos marcas citadas en la empresa cervecera más importante entonces de toda Andalucía, el Grupo Cruzcampo, que a su vez fue adquirido en 1991 por la multinacional Guinness. Al poco tiempo, en 1993 cerveza Calatrava deja de producir y pasa a ser un mero centro de distribución, desapareciendo también jurídicamente S.A. El Alcázar. Jubilaciones, prejubilaciones y bajas incentivadas, posibilitan la reducción de plantillas; también muchos empleados de Ciudad Real optaron por cambiar su puesto a otro similar en la cervecera jiennense.
Tampoco se iba a librar la firma irlandesa pues
es adquirida por su paisana Diageo, una compañía líder mundial en el segmento
de bebidas alcohólicas. Esta nueva propiedad también decide desprenderse de las
cerveceras más pequeñas y pasa el Grupo Cruzcampo, en 1999, a ser propiedad de
la holandesa Heineken. Se crea de esta forma la nueva sociedad mercantil
Heineken España, S.A., con domicilio central en Sevilla, y bajo su control ya
estaban las fábricas que habían sido anteriormente propiedad de S.A. El Águila.
Dada la concentración de fábricas que contaba Heineken, en 2007 han de cumplir una sentencia del Tribunal para la Defensa de la Competencia, indicando en su resolución que no podía prevalecer con ese predominio en el mercado cervecero español; le daba a elegir entre vender la moderna fábrica de Jaén o nada más que la marca jiennense. Heineken optó por la segunda exigencia y el nuevo dueño de la marca (no de la fábrica) sería la sociedad de inversión Ibersuizas a través de su filial Barlett Capital, tras comprarla por 10 millones de euros.
A pesar de la venta, la producción de esta
cerveza se seguiría llevando a cabo en la misma fábrica jiennense. Heineken
lanzaría de nuevo al mercado la Cruzcampo Especial, renovado diseño, esmerado
cocimiento, cuidada fermentación, producida también en Jaén para toda
España y así rellenar el hueco dejado por la marca Alcázar.
Ya en los últimos puntos de esta crónica, he
seguido el ejemplo de otros investigadores respecto a utilizar los archivos
digitales del Boletín de la Propiedad Industrial. Por éste, he conocido que si
bien Calatrava dejó de existir, como fábrica, no ocurrió lo mismo con sus
diferentes nombres comercial pues las etiquetas Calatrava Pilsen, Calatrava
Golden y la propia marca Calatrava, pasaron en 2001 a depender de Plataforma
Continental, S.L., una sociedad cervecera íntegramente participada S.A. Damm y
con fábrica en Madrid.
Una marca tan consolidada en su región, Calatrava y Ciudad Real, fue a situarse como otras tantas marcas acreditadas de nuestro panorama cervecero en ese otro sector conocido por marcas blancas. Así ocurrió con La Estrella del Sur, en Sevilla; La Cruz Blanca, de la antigua Unión Cervecera; Skol, Victoria, El Turia, Keler, que terminaron siendo propiedad de S.A. Damm; y tantas otras más bien diferentes, en virtud de los grandes intereses financieros globales.
Marcas tan señeras, y de hondas raíces locales, incluso a nivel de todo el territorito español, seguirán en activo mientras las recordemos. Y de eso saben mucho los estudios comerciales que siguen en vigor, dentro de nuestro sector de alimentación; aunque en el camino se quedaran numerosas empresas, y multitud de empleados, obreros, técnicos o administrativos, que trabajaron en las mismas con toda pasión a sabiendas de que hacían buenas cervezas.
Cierro esta crónica agradeciendo el interés demostrado y la colaboración recibida de: Aurelio Borja Abellán, Eusebio García del Castillo, Ester Martín de Lucía, Sonia Martínez y Jesús Nieto, entre otros. Mi gratitud también para las entidades y organismos de Ciudad Real que tuvieron a bien corresponder a mis solicitudes de información sobre la desaparecida cervecera Calatrava. ¡Salud!
Fuente: https://www.miciudadreal.es/2015/10/26/calatrava-y-2a-parte/
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