Francisco José García Jofre de Loaisa nació en Ciudad Real en 1490. Era hijo de Álvaro de Loaisa (o Loaysa) y de María González de Yanguas, que habían contraído matrimonio en la ciudad extremeña de Plasencia. Esta rama familiar era descendiente de Guido Jofre quien a la vez lo era de Godofredo de Bouillon, primer gobernador de Jerusalén, tras su conquista a los turcos en la Primera Cruzada (año 1099). García Jofre tuvo la educación propia de un caballero e ingresó en la orden de San Juan, en la que llegó a ser comendador de Ocaña. Convertido en freyle, ostentó varios cargos importantes al servicio del rey Carlos I.
En 1518 participó en unas embajadas ante
los sultanes turcos Selim I y su hijo Solimán II el Magnífico. Era
hermano del obispo de Mondoñedo, Juan, y del comendador de Paracuellos, Álvaro.
Asimismo, tenía lazos familiares con el arzobispo de Sevilla, fray Francisco
García de Loaysa, confesor de Carlos V, y a su vez presidente del Consejo de
Indias e inquisidor general. Posiblemente debido a las influencias de su
pariente, obtuvo el cargo de jefe de la flota que, por orden del monarca Carlos
I, se organizó en La Coruña, dejando a Juan Sebastián Elcano, mucho más experto
en las artes del mar y en la navegación, en segundo lugar. La expedición fue
patrocinada por diversos armadores y comerciantes, a los cuales se les
compensaba con la supresión de impuestos por aportar los buques a la flota. Los
fines principales del viaje eran el comercio de las especias y la búsqueda de
los tripulantes supervivientes de la nao Trinidad de la
anterior expedición de Magallanes-Elcano. Otra de las premisas que tendrían que
cumplir fue que dos de las naves de la flota deberían quedar en la colonia que
se formaría en las Molucas.
La flota partió de La Coruña el 24 de
julio de 1525 al mando de García Jofré de Loaysa. Se componía de siete naves,
cinco eran naos: Santa María de la Victoria, de 300 toneladas,
donde iba Loaysa; Sancti Spiritus; de 240, al mando de Juan
Sebastián Elcano; Anunciada, de 204, cuyo capitán era Pedro de
Vera, y San Gabriel, de 156, a cargo de Rodrigo de Acuña; las
carabelas Santa María del Parral, mandada por Jorge Manrique,
y la San Lesmes, de 96 toneladas, por Francisco de Hoces, y el
patache Santiago, de 60 toneladas, a cargo de Santiago de
Guevara. Entre los cuatrocientos cincuenta hombres que componían la tripulación
había personajes conocidos, como Andrés de Urdaneta, más tarde fraile y
cosmógrafo, los pilotos Martín de Uriarte y Rodrigo Bermejo, el factor general
Diego de Covarrubias, los contadores Toribio Alonso de Salazar y Martín Íñiguez
de Campuzano y el tesorero Diego Alonso de Solís, entre otros.
El 2 de agosto hicieron aguada y
recogieron víveres en la isla de la Gomera. Loaysa reunió a los capitanes de
las naves, quienes acordaron en consejo seguir el viaje por el recién
descubierto estrecho de Magallanes. Zarparon las naves el 14 de agosto de la
isla canaria siguiendo rumbo a la isla de Annobón, donde repostaron víveres
para atravesar el Atlántico. Navegando rumbo suroeste, arribaron a las costas
brasileñas y después a las argentinas. Se detuvieron en el río de Santa Cruz y
el día 14 de enero de 1526 penetraron en el río Gallego, que habían confundido
con el estrecho magallánico. Siguieron de nuevo viaje hasta la proximidad del
estrecho de Magallanes en el cabo de las Vírgenes, donde una fuerte tormenta
hizo naufragar contra la costa a la Sancti Spiritus, perdiendo
la vida nueve hombres, y dejando la nao prácticamente destrozada. El resto de
la tripulación y lo que se pudo recuperar de la nao fueron transportados a las
otras naves.
La nao Anunciada salió
hacia el Atlántico en clara deserción y debió de intentar llegar a las Molucas
por el océano Índico, pero nunca más se supo de ella. Las cinco naves
restantes, debido a las fuertes borrascas, tuvieron que volver hacia el río
Santa Cruz, para guarecerse y reparar averías. En este tiempo hubo una nueva
deserción de la nao San Gabriel, al mando de Rodrigo de Acuña,
que regresó a España por el Atlántico. Con las cuatro naves que quedaban Loaysa
atravesó el estrecho de Magallanes en cuarenta y ocho días, desde el 8 de abril
hasta el 26 de mayo. El hambre, el frío y las enfermedades causaron el
fallecimiento de varios tripulantes, entre ellos el factor real Diego de
Covarrubias. De nuevo, un fuerte temporal en el océano Pacífico volvió a
separar a las cuatro naves definitivamente. Sólo la capitana Santa
María de la Victoria llegó a las Molucas, la San Lesmes se
perdió en el Pacífico, el patache Santiago, navegando próximo
a la costa sudamericana, llegó a Nueva España y la Santa María del
Parral arribó a la isla de Sangi, en el archipiélago de las islas
Célebes, donde los indígenas mataron a la mayoría de la tripulación y a los
pocos que quedaron con vida los vendieron como esclavos a los reyezuelos de
otras islas. Se supo la verdad de lo que sucedió a la citada carabela por los
informes de dos supervivientes rescatados por Saavedra. Hubo un motín y mataron
a su capitán, Jorge Manrique, y a otros de sus compañeros. La travesía de
la Santa María de la Victoria fue muy penosa por la escasez de
alimentos, en parte por el aumento de la tripulación al pasar los hombres de
la Sancti Spiritus, naufragada cerca del estrecho de
Magallanes, y los continuos destrozos de los materiales de la nave por los
temporales.
Loaysa murió el 30 de julio de 1526, lo
mismo que el piloto Bermejo. Le sucedió en el cargo Juan Sebastián Elcano, que
moriría también cinco días después, el 4 de agosto. Se eligió como nuevo
capitán al contador Toribio Alonso de Salazar, que había sido trasladado desde
la San Lesmes, quien siguiendo las indicaciones dadas por
Elcano navegó rumbo noroeste hacia las islas Marianas. El 21 de agosto
avistaron la isla de San Bartolomé, actual Taongi, continuando viaje hasta la
isla de Guam, donde quedaron sorprendidos al encontrar entre los isleños de una
canoa al español Gonzalo de Vigo, desertor de la nave Trinidad de
la expedición de Magallanes. Después de recuperar fuerzas la tripulación
enferma, conseguir víveres y agua, siguieron viaje hacia el Maluco. Nuevamente
tuvieron que elegir nuevo capitán, pues a los tres días de dejar Guam, el 13 de
septiembre, moría Salazar. Dos contadores se repartieron el cargo de capitán,
Martín Íñiguez de Carquizano y Fernando de Bustamante. Dirigieron la nave hacia
la costa de Mindanao y desde allí a la isla de Sarragán, ahora
denominada Sarangani, en el mar de las Célebes, arribando después a las islas
Talaud. Allí realizaron nueva parada, repararon el barco y se prepararon para
entrar en las islas del Maluco. El 29 de octubre llegaron a Gilolo o Batachina, hoy
conocida por Halmahera, isla de la especiería. Aquí puede decirse que terminaba
el viaje que partió de La Coruña y al que sólo llegaron las ciento cinco
personas que iban a bordo de la capitana, pero la expedición siguió su curso.
Los expedicionarios supervivientes se
refugiaron en Tidore, donde tuvieron que luchar contra los portugueses
establecidos en Ternate. Ocho años de luchas continuas, además de traiciones de
régulos indígenas y deserciones, hicieron insostenible la resistencia. Al morir
Íñiguez de Carquizano, fue elegido nuevo capitán Hernando de la Torre, que
quedó al mando de los diecisiete españoles que permanecían vivos, quienes,
enterados de la venta de las Molucas por el monarca español al rey de Portugal
de acuerdo con el tratado de Zaragoza de 1529, decidieron entregarse al
gobernador de Ternate y ser repatriados a España por la ruta africana, llegando
a su tierra los pocos que quedaron vivos en 1536.
No hay comentarios:
Publicar un comentario