Vista
de la Plaza Mayor con el viejo ayuntamiento
2.
DESCOMPOSICION FORMAL
El proceso que se inaugura a
continuación en el recinto de la Plaza, quizá sea preciso enmarcarlo en un
ámbito más general de deterioro formal que va a sufrir la ciudad con los
avatares de los 60y 70. Es en estos años de “desarrollo”, en los que las
transformaciones urbanas van a proceder a la transfiguración formal de muchos
espacios y conjuntos del paisaje urbano. Transfiguración que tiene como
constante la pérdida de calidad visual, arquitectónica y urbanística. El
planteamiento urbano vigente en estos años tampoco resulta el instrumento capaz
de orientar el crecimiento y preservar ciertos entornos urbanos. Los 11 años
que transcurren entre la aprobación del Plan General de 1963 y la aprobación
del Plan Parcial del Casco de 1974, son el espacio temporal en el que se va a
cambiar la cara de la ciudad. El número
monográfico de Hoja de Lunes, dedicado a la Construcción, de 4 de Enero de
1971, resulta desde su óptica, un esclarecedor instrumento sobre todo lo que
venimos comentando. Nos proporciona los argumentos que el “optimismo edilicio”
manejaba como hilo conductor de las transformaciones urbanas. La “imposible
lucha contra el torrismo”, en palabras de D. N. Ramírez (21) es la coartada que se utiliza desde la
prensa local para justificar la transformación en marcha. Salvo alguna duda
aislada, sobre la conveniencia de ciertas transformaciones, en general el
espíritu es el de “todo sea por el aumento
del tráfico y la urbanización” (22).
La transformación que la ciudad opera en
estos años, quizá pueda ser compendiada por las declaraciones efectuadas por el
Alcalde Sr. Sancho en el Boletín de información Municipal (Primavera 1972).
“…
aquel pueblo grande manchego de hace unas décadas es hoy una ciudad con la
impronta y el rango de su capitalidad. El fenómeno continuo y creciente y que
progresa rápidamente en base a una política urbana serenamente meditada y
entendemos que bien enfocada” (23).
Quizá la conclusión pueda ser la que esbozábamos
en los textos sobre la exposición “La destrucción de la ciudad “ (24).
“Como
consecuencia de todo este tipo de transformaciones, se ha destruido poco a poco
el patrimonio edificatorio, que si bien era reducido en los años 50, al menos
configuraba una imagen formal modesta, pero coherente. Actualmente la ciudad
proporciona una imagen en la que la renovación edificatoria, a nuestro juicio,
no ha sido capaz de configurar nuevos espacios que pudieran considerarse
válidos”.
La
Plaza Mayor en los años sesenta del pasado siglo
En diciembre de 1968 se inicia el
expediente de ruina del Ayuntamiento, tomándose en marzo del 69 el acuerdo de construir
un nuevo edificio en “estilo castellano”. Resulta sintomático advertir, como 40
años después del concurso de 1929, se vuelve a introducir como factor estilístico
diferencial “lo castellano”, para desarrollar la formalización de la Plaza. Si
la vaguedad del término, posibilitó ya en 1929 una solución más próxima al “revival”
neohístoricista, de nuevo se va a producir una solución formal ajena al entorno
y ajena a los propósitos declarados en las bases. Estas quedaron redactadas en
noviembre de 1969, para finalmente adjudicar, sin mediar concurso, el encargo
al trabajo presentado por Fernando Higueras con la colaboración del arquitecto
municipal, Idelfonso Prieto. La memoria de dicha propuesta, ya sentaba las bases
de la singularidad que se pretendía desarrollar.
“… el objetivo del presente proyecto, ha
sido conseguir un edificio representativo y digno, bien encajado en el conjunto
de la Plaza del Generalísimo… en vez de utilizar el revoco color barquillo claro,
se tratará con hormigón armado blanco” (25).
La “buena adecuación” del edificio
proyectado al entorno de la Plaza, va a forzar al Ayuntamiento a establecer que
se redacte un Plan de Remodelación “en
armonía con el estilo constructivo del proyecto que se aprueba”. La increíble
pirueta que se ejecuta, forzando a adecuar un recinto a un proyecto, que
inicialmente debería de haberse adaptado al recinto original, nos va a dar la
pauta de todas las maniobras que posteriormente va a efectuar la Corporación.
La presentación en sociedad del proyecto
se va efectuar en una rueda de prensa.
El 30 de junio de 1971, se celebra la
citada rueda de prensa, presidida por el alcalde Sr. sancho, con la
participación de Higueras (autor del Proyecto), López Villaseñor, Prieto
(arquitecto municipal) y Rodríguez Arango (secretario de la Corporación). El tono
general de la rueda de prensa, fue un tono eminentemente a la defensiva, como
queda claro en la nota de prensa (26) que se hace eco
de la misma. La argumentación del Alcalde, se centró en justificar la obra por
los imperativos del derribo inminente del edificio antiguo; para él, el
proyecto era una construcción de “hoy día” que desarrollaba el esquema
distributivo de Prieto, al que se le agrego “la Técnica arquitectónica” de
Higueras. López Villaseñor que justo es decirlo ha tenido un marcado protagonismo
en toda la historia del Nuevo Ayuntamiento, elogia a Higueras a la vez que
niega el supuesto “revolucionarismo” del edificio. Prieto y Rodríguez, estiman
que lo más destacado es la funcionalidad del edificio proyectado. Finalmente,
para Higueras, su obra es “atemporal” a la vez que destaca su “rabiosa
actualidad” dados los materiales empleados. Los temores y dudas mantenidos por
los entrevistadores, son fácilmente rebatidos. La tesis de que el edificio
pareciera un barco se zanjó, manteniendo que una vez construido su aspecto no
sería ese. La idea del tipismo roto, fue contestada por Higueras, negando el
tipismo en la Plaza, dado que ésta era un “pastiche” de diversos estilos y
aclarando que una vez construida su obra, guardaría relación no de similitud
sino de diferencia con el entorno. Villaseñor por su parte, rechazó la alusión
al “aire nórdico”, poniendo como
ejemplo el caso de Almagro con una plaza de claras tendencias nórdicas. Ante la
posible polémica que el edificio pudiera suscitar, respondió “que ya era hora de que los habitantes de
Ciudad Real despertasen de su apatía”.
El
viejo ayuntamiento de Cirilo Vara Soria iluminado
Conjuntamente con todo lo dicho, se
aclaró que el Pleno ya había aprobado en los presupuestos municipales una
partida destinada a subvencionar a los propietarios de la plaza, con el objeto
de que acometieran las reformas de las fachadas para así acomodarlas al Nuevo
Ayuntamiento.
La aprobación del proyecto, por la
Dirección General de Arquitectura en Octubre de 1971, va cerrar en buena medida
la primera fase de elaboración y discusión de la alternativa municipal. El fin
de año supone por parte de la prensa local, los adioses al viejo edificio.
Llegando al 28 de Febrero, fecha en que se va a producir la última sesión en el
Consistorio centenario. Las palabras del Alcalde, Sr. Sancho, tratan de
justificar la demolición del edificio y el levantamiento del nuevo
Ayuntamiento.
“…
Lo de menos ahora, es reparar en si la Nueva construcción es más o menos bonita
que la actual, o más o menos a gusto de todos. Lo que debemos considerar es que
esta renovación arquitectónica representa para todos un símbolo del nuevo
espíritu que hoy nos anima, infundido por nuestro Movimiento y bajo la
dirección firme de nuestro Caudillo…” (27)
El adiós unánime expresado en la prensa,
es un adiós menos. Todos o casi todos los que escriben en estos días, lo hacen
para despedir la presencia del reloj de la torre. La demolición del edificio,
va a levantar pocas críticas, iniciándose los trabajos el 2 de Marzo de 1972.
Las razones esgrimidas para justificar
la demolición pasaban por la supuesta insuficiencia del antiguo Ayuntamiento,
para dar cabida a las funciones actuales exigidas por la vida local. Si el
nuevo edificio que se pretendía levantar, venía a ocupar el mismo solar del
anterior, la única posibilidad de aumentar la superficie habría sido a costa de
levantar más plantas, produciéndose de esta forma el desajuste con el recinto
en el que el edificio se iba asentar. A la postre la razón de la insuficiencia
del antiguo Ayuntamiento se nos antoja incapaz de sostenerse por sí sola.
Habría sido preferible respetar el edificio del XIX y en un nuevo edificio
independiente montar aquellos servicios municipales que demandasen más espacio.
El vacio temporal que el derribo
produjo, conectó el espacio de la Plaza con el próximo de la embocadura de
General Aguilera, proporcionando nuevas perspectivas de la plaza. La apertura
de la cuadrilonga tras 100 años de cierre, produjo opiniones favorables al
mantenimiento del espacio provisionalmente conformado tras la demolición.
Habría sido, si hubiera prevalecido esta opción, un retorno a 1868, con la
posibilidad quizás de haber comenzado de nuevo el proceso edificatorio del
recinto.
Alejandro
Moyano-José Rivero. Revista ALMUD, nº 4 (1981)
(21) D. N. Ramírez “la
arquitectura de ayer y hoy en la mancha”. Hoja del Lunes, 4 de enero de 1971.
La cita completa dice: “Por eso nos gustaría, aún admitiendo que no se puede
luchar contra el gigantismo, el torrismo y el rascacielismo, que estos estilos
y esas edificaciones abundasen lo menos posible”.
(22) Pie de foto a “inminente
derribo”. Hoja de Lunes, 4 de enero 1971.
(23) Las
declaraciones aparecen en un artículo de E. Arjona. Lanza, 30 de marzo de 1972.
(24) Exposición
celebrada en abril de 1980. Los textos completaban un montaje fotográfico de A.
Moyano, J. Rivero y R. Ruiz-Valdepeñas.
(25) Félix Pillet.
Op. cit.
(26) “El nuevo
edificio no es un barco, ni tiene estilo nórdico”. Hoja del Lunes, 5 de julio
de 1972.
(27) Lanza, 1 de Marzo 1972.
(27) Lanza, 1 de Marzo 1972.
Aspecto
que ofrecía el solar del viejo ayuntamiento tras su demolición en 1972
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