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lunes, 16 de enero de 2017

LA PLAZA MAYOR



El origen de nuestra Plaza Mayor sería análogo al de la mayoría de las plazas castellanas construidas en los siglos XVI y XVII.

En el principio espacio libre en donde se celebraban las ferias de mercados tan frecuentes en la época medieval, muy concurridos por los habitantes de las comarcas vecinas, que acudían a contratar sus mercancías, especialmente en aquellos días en que estos mercados estaban exentos de todo tributo. Los judíos, que por entonces gozaban de cierta protección en la naciente Villa Real, fueron especiales protagonistas en estos mercados. Aquí tuvieron su famosa Alcaicería.

Este espacio libre, al paso del tiempo, sería cercado por edificaciones de casas particulares, formando así el centro urbano más importante de la población, donde,  en todo tiempo sería lugar de reunión de sus habitantes para la celebración de los acontecimientos más notables.

Cuando en las Cortes de Toledo de 1480 se ordena la necesidad de construir “casas grandes y bien fechas”, en todas la ciudades y villas principales para tratar los asuntos del común y, careciendo nuestros regidores de los recursos necesarios para el cumplimiento de la citada orden, aprovechando la estancia en la villa de la Reina doña Isabel la Católica, se solicita y es conseguida la casa confiscada al judío Alvar Díaz, situada en la esquina a la entonces calle de la Correnaria, hoy María Cristina, en donde se estableció la primera Casa Consistorial. El documento de esta cesión se guarda en el Archivo Histórico Municipal señalado con el número 32 en la caja primera.


Poco más de dos siglos estuvo el Ayuntamiento en la casa confiscada al Judío Alvar hasta en 1765 que, juntamente con los corredores contiguos, fue destruido por un incendio, quizás provocado por los judíos. Cien años después, el arquitecto don Cirilo Vara Soria fue encargado de redactar el proyecto de un nuevo edificio que sería emplazado sobre los arcos que cerraba la plaza, poniendo la primera piedra el entonces gobernador civil de la provincia, don Agustín Salido y Estrada.

La plaza fue construida, según Hervás Buendía, sobre soportales de madera, desiguales de forma y altura, y sobre ellos se alzaban largos corredores y grandes ventanas y balcones, también de madera, de forma variada y caprichosa, según el gusto de sus dueños…

A través del tiempo, las vistas de estas primitivas casas fueron cambiando pero sin conseguir la uniformidad deseada.

En el siglo XVIII se hicieron en la plaza varias reformas. Venciendo los grandes obstáculos con los que se luchó para no hacer gravosas  las reparaciones a los dueños de la casa, se consiguió relativa armonía en las vistas de sus edificaciones.

En el año 1861 se realiza la traída de las aguas, construyéndose una fuente frente al viejo Ayuntamiento, adornada con las armas de la ciudad y el escudo de Hernán Pérez del Pulgar, con la siguiente inscripción:

En el glorioso reinado de doña Isabel II, siendo gobernador de esta provincia y alcalde corregidor de esta capital el señor don Enrique Cisneros, abasteció de aguas potables a la población. Esta fuente la construyó el ingeniero industrial don Eugenio Solarriez”.


La construcción de la segunda Casa Consistorial en el año 1869 que cerraba la Plaza, separándola de la calle, entonces del Pilar hoy General Aguilera, obligó a nuevas obras de reforma. A lo largo de los treinta años primeros se inicia un lento proceso de cambio de la plaza: Se introduce el alumbrado eléctrico, en 1804, que viene a sustituir el gas, en el 1911, las viejas columnas de madera son sustituidas por otras de hierro. El mercado de abastos y la feria de agosto en 1916, abandonan el recinto de la plaza, siendo trasladado el primero al corralón municipal ubicado en las actuales dependencias del Parque de Bomberos y Caja de Ronda y la feria es instalada en el parque de Gasset. Por los años veinte se acomete el proyecto de la pavimentación de las dos calzadas, sustituyendo el empedrado por el adoquinado y en el treinta y tres es solado el paseo central.

Simultáneamente se fueron produciendo otras transformaciones así, las plantaciones arbustivas, la reposición de bancos, elementos de alumbrado y jardines. Recientemente se levantó en el paseo central la efigie del Rey Fundador obra realizada por el artista manchego Joaquín García Donaire. Todas estas obras embellecen y enriquecen nuestra plaza.

En el año 1919 se procede a una petición por parte de los propietarios solicitando la autorización de las obras precisas para un ornato más digno de las casas de la plaza. El proyecto y planos son realizados por don Florián Calvo y aprobados por el Ayuntamiento el 30 de agosto del citado año. El día 15 de mayo de este año, cuando solo existía una o dos casas transformadas según el anterior proyecto, aprueba el Municipio las bases de otro concurso de reforma.


Acuden al referido concurso tres trabajos presentados bajo los lemas “Hispania”, “Castilla” y “Ruidera”. El jurado calificador, compuesto por don Gregorio Yaner, don Ángel Andrade, don Jerónimo López de Salazar y el arquitecto municipal, don José Arias, acuerda proponer el trabajo correspondiente al lema “Castilla” que resulta ser original de don Joaquín Muró.

Insuficientes las dependencias del Ayuntamiento para los servicios que impone los tiempos modernos y sobre todo, el mal estado de su conservación, obligó a la Corporación Municipal a proyectar, en 1969, la construcción de una nueva Casa Consistorial.

Con la edificación del nuevo Ayuntamiento va surgir otro plan de remodelación al entorno de la plaza, en armonía al estilo constructivo del mismo. Aparece, pues, el cuarto modelo en las edificaciones de las casas de la plaza. Ya hay dos casas reformadas sus fachadas imitando a la de la sede municipal. Dios quiera cunda el ejemplo y que pronto el conjunto de las casas de nuestra plaza, presenten la unidad de armonía y belleza que todos deseamos y Ciudad Real se merece.

Hermenegildo Gómez Moreno, diario “Lanza”, extra de feria y fiestas, 14 de agosto de 1985


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