El progreso no perdona y de ello, bien
sabe Dios, que nos alegramos. Pero eso no quiere decir que uno no sienta cierta
nostalgia de algunas cosas que se nos van con el tiempo. Ahora, en general, a
todos nos parecen bien, ya que, gracias a ellas, el aspecto urbano de la
capital va ganando a ojos vistas, como sucede con la apertura de nuevas calles,
alineación de otras, reforma de plazas y paseos y construcción de modernos
edificios.
Entre esas obras a que nos referimos
están, como de las más importantes, las que se llevan a cabo actualmente en la
vieja Granja Agrícola, ubicada entre las puertas de Calatrava y de la Mata y
enmarcada entre la carretera de Camón y el antiguo camino del mismo nombre.
Era la Granja, como se la conocía por
todos, un paseo de respeto, que utilizaban mucho las personas que guardaban
luto, y los curas. Sus paseos estaban dotados de buen número de bancos y
adornados con muchos rosales, disfrutándose en el verano de abundante sombra,
gracias a los viejos y copudos árboles. En ocasiones hubo gallinas y cerdos de raza
y hasta varios años recordamos ver en cautividad algún que otro ciervo, que
tenía siempre muchos admiradores. La Granja, como todo, tuvo sus épocas buenas
y regulares, según de quien dependiese su cuidado, pero en general resultaba
agradable pasear por ella.
Una tarde, llevado de la mano de nuestra niñera,
conocimos allí al entonces Obispo de Ciudad Real, que era monseñor Irastorza, y
que acostumbraba por lo visto a llegarse hasta la Granja, acompañado de su
paje, en coche de caballos. Al Prelado vasco no le molestaba que los niños nos
acercásemos a él a besarle el anillo y siempre tenía alguna palabra cariñosa y hasta
nos solía dar una palmada afectuosa en la cara. Después, la Granja quedó
totalmente desplazada por otros paseos, principalmente el Parque, y poco a poco
fue perdiendo sus habituales paseantes, que al desaparecer los bancos no tenían
donde descansar un rato y ya, finalmente, se prohibió el acceso a ella, siendo
rodeada de una fuerte alambrada.
Dentro de nada, como quien dice, aun a quienes
somos de Ciudad Real y ya casi peinamos canas, nos será difícil recordar a la
antigua Granja. Desde hace algún tiempo se está construyendo en ella a buen
ritmo y pronto veremos surgir el nuevo edificio del Instituto Masculino de
Enseñanza Media —el que mandara construir el general Espartero e inaugurara la reina
Isabel II ya se nos había quedado pequeño— que estará dotado, como es natural
con modernas instalaciones deportivas, por 1o que ocupará una importante
extensión. Y junto a él, va ubicado un nuevo polígono de viviendas, en cuya
preparación ya se trabaja por el Ministerio.
También, y para contribuir a que se pierda
la característica fisonomía de la Granja es de la carretera de Carrión, está
siendo convertida en autopista en los primeros doscientos metros y ello ha
obligado a talar los árales que enmarcaban dicha carretera, por la que también
existía un acceso por el camino que llevaba hasta el viejo molino de viento, que
servía para sacar agua destinada al riego.
Hemos querido pergeñar estas líneas en recuerdo
de la antigua Granja Agrícola, ahora casi en trance de desaparecer, pero sin
que yo quiera decir que nos oponemos al progreso. En casos como este, el tiempo
pasado no fue mejor.
Cecilio
López Pastor. Boletín de Información Municipal Nº 12, diciembre de 1965
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