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miércoles, 3 de marzo de 2021

DISTINTAS ESCUELAS DE ARTE EN LA IMAGINERÍA DE NUESTRAS PASIONARIAS

 



La Semana Santa, esa magnífica semana, en donde tan espléndidamente conjugan la fe y el arte, va superándose cada más en Ciudad Real, con el logro de un magnifico conjunto de obras de imaginería religiosa, que han venido han sustituir a las que destruyó la vesanía marxista. También se ha conseguido mucho en cuanto al atuendo, ornato y esplendor de los desfiles pasionarios y pronto, muy pronto, si no desde el entusiasmo se llegará a realzar estas solemnidades religiosas en forma nunca igualada.

Queda no obstante un punto muy interesante a desarrollar y a él queremos aludir aunque solo sea de pasada. Nos referimos, a la vida interna de las Cofradías, a lo que constituye su naturaleza religiosa, su razón de ser espiritual, que no puede perderse entre las oriflamas de las vestiduras…, a esas prácticas de piedad que aparecen en algunos estatutos fundacionales, tales como el cumplimiento pascual de los hermanos, el culto a la imagen titular; y a aquellas otras prevenciones de tipo benéfico-social (asistencia a sus enfermos, socorros, etc.), que han estado, están o deberían estar reglamentadas y que una mala costumbre ha ido relajando poco a poco. Uno y otro aspecto deben ponerse a tono con el fin de hermandad cristiana que fue el motivo central de la formación de las Cofradías en tiempos de su mayor apogeo.

Pero volvamos a nuestra imaginería religiosa, en la que se manifiestan las distintas tendencias o escuelas, de nuestro incomparable arte nacional.




REALISMO CLÁSICO DE LA ESCULTURA CASTELLANA

La escuela castellana de trazo fuerte, sobrio y profundo, está representada por el gran escultor conquense Marco Pérez, que es quien cuenta con más número de ellas. Su Descendimiento, el Cristo del Perdón y de las Aguas, Nuestra Señora de las Angustias, Jesús Caído (completado con dos figuras más), la Oración del Huerto y la Soledad, son otras tantas obras en la que se hace patente el mejor realismo de nuestro gran arte clásico; cada una de sus figuras es un estudio apuradísimo de los actores del drama de la pasión.

Este año saldrá por vez primera, el paso de la Oración del Huerto compuesto de cinco figuras entre las que se destaca al lado de la imagen serena del justo, la radiante expresión del Ángel, idealizado, casi ingrávido, como mensajero del padre celestial. El artista ha resuelto con gran maestría una de las escenas donde la divina humanidad resplandece con mayor grandeza.

La Virgen de la Soledad, que sustituye a la anterior deja traslucir en la suave expresión de su rostro el dolor y la resignación, el amor y la ternura. Contrastes bellos del sufrir silencioso hondo y divino, que el artista ha cincelado primorosamente.

 



EMOCIÓN Y FE DE LAS IMÁGENES SEVILLANAS

Antonio Illanes, ilustre escultor andaluz nos trajo con la imagen de Ntro. P. Jesús Nazareno, el fuerte sentido de la escuela sevillana. La efigie del Nazareno, de tez quemada por el sudor y la sangre reseca, resplandece bajo el fulgor de su mirada de dulce agonía, que tiene un brillo siniestro en la negrura de la noche, mientras un bordoneo de tambores destemplados acompañan su paso. Y con esta otra visión del Ecce Homo, de serena, majestuosa y amplia humildad, que dice a todos la tremenda injusticia de los hombres, refrendada por la indecisión timorata de Pilato.

Las dos Dolorosas, pertenecen igualmente a la escuela sevillana. Radiante entre luces, mecidas en un trono de flores, acongojadas en su pena que contagian de una manera irreprimible; ternura de lágrimas y caricias suaves de manos entrelazadas o abiertas como palomas, en vuelo de amor… Una pena iluminada de divinidad nos sale al encuentro con Ntra. Señora de los Dolores, obra del escultor Castillo Lastrucci y el éxtasis del dolor más sublime, penetra en nuestros sentidos y se nos va el alma por los ojos, cuando vislumbramos la Dolorosa de Santiago, que esculpió otro imaginero sevillano.




POMPA BARROCA DEL ARTE CATALAN

La espléndida pompa barroca de la imaginería catalana a través de una concepción del mayor primor plástico, no la ofrece el escultor barcelonés Claudio Rius en el Santo Entierro. La figura del Cristo yacente lleva el sello de la serenidad más augusta aliada con el realismo imaginero. En el Cristo de la Caridad resplandecen también estas finas calidades artísticas.




PLASTICIDAD DE LA IMAGINERIA VALENCIANA

No podía faltar en esta representación admirable del arte sacro, la imaginería levantina. Desde la Entrada de Jesús en Jerusalén, talla luminosa, humana y celestial a un tiempo, inspirada obra del escultor Rabasa, hasta el Encuentro, que recoge y plasma con aciertos desconcertantes todo el agobio de la calle de la Amargura, pasando por la Virgen del Mayor Dolor, milagro sublime del amor hecho sufrimiento, en todas estas imágenes se destaca la plasticidad y policromía de la escuela valenciana unida en este caso en perfecta armonía artística, con el estilo clásico más depurado.

Estas dos obras se deben al cincel de los escultores valencianos Rausell y Llorens y El Encuentro o Jesús en la calle de la Amargura acompañará este año la pasionaria de la mañana del Viernes Santo.

El marco de estos desfiles procesionales por su sencillez es magníficamente emotivo. El alma de la ciudad saca a la calle su escondido fervor y lo hace con la propia sencillez de su vida, con idéntico recogimiento que si adorase a las imágenes en el interior del templo. Esta es la principal virtud de nuestra Semana Santa, que la caracteriza y difiere dentro de la unidad en la expresión de la fe religiosa, del pueblo español.

Diario Lanza, Miércoles 17 de abril de 1946  



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