El grandioso éxito de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Ciudad Real, en la Feria Mundial de Nueva York y posteriormente el homenaje tributado a sus jóvenes componentes en la capital, hace que se ponga de actualidad, una vez más, la belleza de nuestros bailes y canciones, algunos de antiquísima raíz y que sirvieron incluso, como la “seguidilla”, de inspiración para folklores de muy diversas regiones.
Durante los últimos Festivales de España, Marienma nos dijo que uno de sus mejores deseos sería conocer con detalle los bailes y cancioneros manchegos. La habían animado a ello dos paisanos de Alcázar de San Juan, los señores Paniagua, ilustres militares que pidieron a la magnífica bailarina y coreógrafa incluyera en su repertorio piezas de nuestra tierra; Marienma estaba entusiasmada con la idea y aun recomendándole algunas obras, principalmente la del maestro Echevarría, ella desea venir algunos días por Ciudad Real y estudiar nuestro folklore, presenciando la actuación de los Coros y Danzas de la Sección Femenina.
Estamos de acuerdo en que lo que representa
y caracteriza el más puro aspecto de la música vernácula manchega, es la
“seguidilla”, fusión íntima de la música, el canto v el baile. Cervantes la
presenta como factor en uso de sus descripciones de fiestas, lo que nos permite
su evidencia en el siglo XVI y las investigaciones realizadas, teniendo siempre
presente la gran labor realizada por el maestro Echevarría en este aspecto, nos
informan que el maestro Pedrell encuentra su engarce —el de la “seguidilla— con
la forma musical o tipo melódico, superior al. literario, como una cuarteta de
cinco sílabas, precedida y seguida de estribillo en compás de tres tiempos:
Nieves de Hoyos recoge el siguiente ejemplo:
Mi madre me ha mandado
que no te quiera,
y yo le digo, madre,
¡si usted la viera!
Quedó tamaña
y mordiéndose el labio
dixo ¡caramba!
La primitiva “seguidilla”, tenía versos largos de seis u ocho sílabas y los cortos de cuatro a seis. La de siete versos, corresponde a la “seguidilla” de finales del siglo XVIII.
Evidentemente la más característica de las “seguidillas” es la manchega, la más movida en melodía y ritmo, pues “la seguidilla bolera” —coinciden varios autores— es más reposada y las “gitanas” más lentas y “quejuntubrosas”, como todo el cante flamenco, aunque no se conserva en las sevillanas, que no son, a la postre, más que unas “seguidillas” manchegas de las que han derivado múltiples variedades, entre ellas la “chamberga”, las “andaluzas” y las “asturianas.”
Los mencionados
maestros e investigadores, ratifican y coinciden en que la “seguidilla” es
anterior v más extendida que la propia “jota”, y Capuany las elogia y define
diciendo “gran variedad en las figuras, graciosa modestia, mucha alegría, sin
faltar al respeto; hacen de este baile un divertimiento popular de los más
honestos”. Su difusión —cosa que en parte puede y enorgullecerme— y de la España
meridional pasaron a Galicia, a Cantabria, a los pasiegos y a las tierras
vascas, teniendo en cuenta que este polimorfismos, afecta más bien a las
coplas, y ya que hablamos de coplas, recordamos una popularísima que menciona a
nuestra Virgen:
“No mancho a
“naide”
aunque soy de la
Mancha
no mancho a
“naide”
Más de cuatro
quisieran
ser de mi sangre.
Nido de flores.
Eres prenda
bendita
donde cantan los
ruiseñores
en el paseo.
La Morena del
Prado
bendita sea ¡olé!
Bendita sea.
La Morena del Prado bendita sea.”
El tema es interesante, como lo prueba la preocupación de eruditos e investigadores, y prometemos volver sobre el mismo. Hoy no queremos terminar sin rendir el debido tributo de gratitud a la Sección Femenina, conservadora fiel de nuestras bellas tradiciones, que tan definitivamente influyeron para universalizar el nombre de nuestra región y, como consecuencia, de nuestra patria.
Lo que decimos debiera servir para impulsar a la creación de ese Conservatorio Provincial en que las nuevas promociones de jóvenes aprendiesen nuestro arte popular, junto claro está— a cultivarse en ese magnífico campo que es la música, el teatro y el canto.
Dulce N. Ramírez
Morales. Boletín de Información Municipal Nº 19, diciembre de 1965
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