Por primera vez, es decir por segunda, si se tiene en cuenta el ensayo afortunado pero inexplicablemente no repetido hasta ahora, de las fiestas del centenario, los festivales de España nos han visitado. Y lo han hecho con éxito incuestionable. En esta primera salida a esa palestra artística de nuestra capital, la programación fue eficaz, pese a que muchos hayan estimado que “nos trajeron aquí lo que no quería nadie” . Eso es absolutamente falso, puesto que ciudades que habían solicitado y programado antes que Ciudad Real, no gozaron de un programa de Festivales tan extraordinario.
Yo diría que más bien la falta de costumbre es la que hace a los “exigentes de todo” , que, sin razonar siquiera, no estén contentos con nada.
Los festivales de España, este año, en
Ciudad Real han tenido el prestigio que la propia organización imprime cada año
al Certamen nacional. No es preciso desmenuzar aquí, por partes, las facetas
que tuvo nuestro festival, ni tampoco, a tan largo tiempo, emitir un juicio
crítico, de las representaciones.
Tuvimos ocasión gracias a los Festivales
de España, de ver en teatro, por ejemplo, dos de las piezas que fueron, sin
duda alguna, lo mejor con lo que contó el teatro español la temporada pasada.
Ello, pese, también, a las críticas que algunos puedan hacer del teatro de
Antonio Gala, diciendo que es poco importante. El ciclo de música contó con la
actuación del “ballet” español de María Rosa magnífico, disciplinado, alegre y
bello. La orquesta Manuel de Falla, dirigida por Odón Alonso, fue posiblemente
lo que más flojeó. Pero no, no podemos culpar a la orquesta, ni al famoso
director, del fallo. ¿No sonó lo suficiente? ¿Hubo excesivos ruidos exteriores
durante la actuación? Aquí, pues, radicaron los motivos para que el concierto
de la Manuel de Falla, dejara descontentos a los melómanos. Habrá, entonces que
ir pensando en otro lugar o acondicionar mejor aquel, sobre todo, para los
ciclos musicales. Aún nos acordamos con que furiosa mirada volvió la cabeza una
o dos veces Odón Alonso, cuando, en mitad del concierto que estaba dirigiendo,
sonaron los pitidos de un tren. Eso es lo que habrá que vigilar en ediciones
sucesivas de los Festivales de España. Ver el medio de levantar una pared o un
graderío que cerrara por la parte de atrás el magnífico marco que, por otro
lado, es el Romasol para la realización de estos Festivales. Eso, con algún
atinado retoque técnico en el escenario, sería suficiente para lograr el efecto
apetecido.
Al referirnos a retoque técnico, queremos decir, como es lógico, retoque de sonorización, cuya perfección tampoco se logró, ni mucho menos, aunque algún día se estuviera más cerca que otros, de aquella perfección.
Lo cierto es que se dio el primer paso en
eso tan deseado y tan esperado de los Festivales de España. Ya no se debe dejar
pasar un año sin que esta manifestación artística, de auténtico carácter
popular nos visite. El público acogió las representaciones con el entusiasmo
que era de esperar y estamos seguros, que en años próximos, los Festivales de
España serán acogidos clamorosamente en nuestra capital, y su presencia constituirá
un motivo más de agradecimiento a nuestras autoridades municipales que, sin
regatear esfuerzo alguno, nos proporcionan este alarde recreativo-cultural que
son los Festivales de España. Hemos de colaborar con el Ayuntamiento
asistiendo, comportándonos con corrección y respeto a los que participan en las
representaciones; siendo puntuales, alentando en nuestros juicios y críticas, a
los organizadores y no despotricando gratuita y la mayoría de las veces
irrazonablemente.
Emilio Arjona. Boletín de
Información Municipal Nº 15, Ciudad Real Octubre de 1964
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