"La fuerza es el derecho de las
bestias", así de contundente se mostró Cicerón ante los sin razón. En mi
artículo del 17 de mayo, vaticiné el desastre que se avecinaba y nadie me oyó.
¡Ciudarrealeños el "Palacete de la
calle Real", ha sido masacrado, expoliado, destruido, con la venia de la
inepta Comisión de "Patrimonio", de la Concejalía de
"Urbanismo" y el silencio de los llamados "Historiadores".
Ya no hay patio de columnas con hermosos escudos heráldicos, ni rejería del
siglo XVI, ni portada con alfiz último ejemplar que tuvimos hasta hace cuarenta
y ocho horas escasas, tampoco está el gran escudo de armas que reposaba sobre
la puerta de acceso. Todo el magnífico material arquitectónico de valor
considerable ha sido expoliado y hoy se encuentra en manos del responsable de
este gravísimo atentado contra el Patrimonio Artístico.
Sucedió como yo preveía tal y como
lamentablemente presagié. Discurriendo como lo denuncié en mi artículo ¡Salvemos
el Palacete de la calle Real!.
Hoy la casa más antigua de Ciudad Real
ha desaparecido, tal como publicó en este mismo periódico Julián Alonso, en un
interesante artículo titulado ¿Qué queda ya? (1962), hoy en este instante no
podemos preguntarnos ni esto, pues nos queda la nada, el vacío, la ruptura de
toda vitalidad constructiva de un pasado vendido, especulado y violado por los
terroristas de la Historia.
Como encabezábamos estas notas,
"Hemos triunfado", con nuestra desidia, impasividad, consintiendo que
destruyan la casa más señera que se conservaba hasta antes de ayer en nuestra
capital.
Después de lanzar mi angustioso SOS,
ninguna entidad tanto pública como privada ha demostrado ningún interés por
estas piedras venerables, ni siquiera por caridad o misericordia se le ha
otorgado una amnistía liberadora. Nadie ha sido valiente por evitar lo
evitable, en un dilatado tiempo de cincuenta y cinco días, ¡lástima! Nadie ha
querido empaparse y mover ni un dedo.
Sólo tenemos ahora el sabor amargo de la
ausencia, y el recuerdo en los clichés fotográficos del viejo Alonso y del
honorable Matos. Se ha optado por la eliminación, más que por la conservación y
ésta ha sido una elección espantosa, una vía ancha y equivocada para los
"entendedores del Patrimonio", hasta también, cómo no, para los
mismos verdugos. Pero amigo mío lo peor de todo; y éste es el manantial y la
raíz y la razón de todo este problema, es que la ignorancia se cree con derecho
a opinar y a ejecutar por sí y ante sí (ex cátedra) diciendo que es casa o
palacete carecía de todos valor, ¡sorprende hasta dónde llegan los ignorantes
ilustrados" Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. ¿Cuál
será el próximo atentado arquitectónico-histórico?, quizás sea la Casa de los
tres Arcos o la sentenciada Casa de los Poblador o el curioso Palacete del
Chantre de Coca. Como dijo Julián Alonso, sería mejor hincarles el pico y la
pala demoledora a toda las que quedan y hacer una gran fosa común de lo caído,
arruinado y destrozado en manos de los constructores y arquitecto,
especuladores, y allí arrojar todos los artesonados sanos hechos astillas,
portadas, capiteles, rejas, verjas, ladrillos, columnas, zapatas, escudos,
etcétera. Y, sobre esta montonera levantar un gran obelisco pétreo, y grabar en
una de las caras la relación de todo lo enterrado y perdido para siempre, en la
otra cara todo lo construido, en otro lateral los responsables directo e
indirectos del holocausto histórico, y en la restante lo que podía haber sido y
no fue nuestra muy noble y muy leal Ciudad de Reyes, y después se apreciaría el
respeto que le ha merecido a nuestra época las piedras que encierran las
páginas vivas de la historia de Ciudad Real. Después de contemplar desde un
balcón situado justo en frente del hoy desaparecido "Palacete de la calle
Real", todo el desastre de la demolición. Allí mismo come atalaya
privilegiada pude observa: horrorizado, toda la destrucción. Y por supuesto no
podré olvidar fácil mente aquél bochornoso espectáculo, más que dantesco y espeluznante
para la historia reciente de Ciudad Real. No creo que mi memoria y sentimientos
releguen aquellos trágicos momentos tan luctuosos para los anales locales.
Todo ocurriría con toda naturalidad,
mientras chirriaban las maderas de los artesonados y las columnas caían
derrotadas con toda fragilidad. Cuando la importancia y la rabia eran
incontenibles, y las lágrimas afloraban sin quererlo, pues era inaudito que
esto ocurriera en las puertas del siglo XXI, todos esto entre los últimos
estertores de este infortunado edificio del siglo XVI ¡Pobre Palacete! tus
fuertes muros parecían orar tu muerte, han sido mutilado tu artesonado, aunque
tu fachada estaba serena pese a que mostraban amputado tu genial escudo de
armas y tu alfiz. Ha sido arrancado todo bestialmente, ya no hay esperanza
amigo, también tu patio y lo que queda de tus robustas columnas y capiteles en
piedra, todo completamente destrozado. ¡Qué significado tiene todo esto! ¿En
qué manos ha caído añejo Palacete?
Perdón por esta infinita herida Ciudad
Real, y por las otras. Perdón Palacete de la calle Real, por el golpe que
seccionó tu portada, o por las barbaridades que se ven en las fotografías,
porque estoy seguro de que a cada golpe desde el temblor de tu alma a imitación
de Cristo, habrás dicho ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen!.
Esperemos que las generaciones venideras
pidan cuentas por nuestros desmanes y aberraciones. Pues es un legado vivo de
nuestros hijos, nietos y descendientes, aunque les ha sido arrebatado por la
ignorancia e incultura, de las bestias, ¡por la fuerza! ¡Ciudarrealeños!,
¿hemos triunfado?.
José
Liberto López de la Franca y Gallego. Diario Lanza, 19 de Junio de 1998
Me ha hecho gracia encontrar esto: https://www.facebook.com/ciudadrealimaginaria/photos/a.560706444085724/1144889749000721/?type=3&theater
ResponderEliminarEs un curso sobre Rehabilitación de edificios antiguos.