La calle del General Aguilera, situada
en el mismo centro de la capital, se llamaba hace buen número de años,
seguramente hasta los años veinte, calle de Arcos, sin duda porque a ella se
tenía --y se tiene- acceso desde la actual Plaza Mayor, donde se halla el
Ayuntamiento o Casa Consistorial, a través de los dos arcos que complementan el
edificio municipal. Estos dos arcos se procuraron ensanchar lo más posible,
dada la envergadura de los modernos vehículos, pero no se olvide que cuando se
construyó el Ayuntamiento, el siglo pasado, no circulaban los de motor.
Pues bien, en la calle de Arcos, existía
de siempre mucho comercio, de las más variadas características. Si nos atenemos
a la acera de la izquierda, según se accede desde la Plaza Mayor, en donde hoy,
existe una acreditada zapatería - Calzados California- con escaparate también a
la actual calle Carlos Vázquez, estuvo mucho tiempo el establecimiento de los
Mur, concretamente del mayor de los hermanos, Salvador. El padre de estos
comerciantes tenía un local llamado "El Arca de Noé", en la calle de
la Paloma, donde construyó su casa palacio, que luego fue mejorado y adaptado
para Jefatura Provincial del Movimiento y hoy es sede del Rectorado de la
Universidad de Castilla-La Mancha. Todo ello ocurría por el año 1915 -traslado
a que nos referimos- y el negocio se desdobló en dos.
Seguían después la barbería de Molina,
hombre muy popular y punto fuerte en la organización de murgas del Carnaval capitalino;
la taberna del "Cubano", que más tarde se transformaría en bar, donde
varios amigos tuvimos algún tiempo la tertulia, y que hoy es la droguería
Corral, la confitería de "La Toná", donde vendían unos mojicones y
demás articules del ramo realmente exquisitos; y el establecimiento de Juan
Vicente Ruiz "El baulero", llamado así porque entre otra muchas
cosas, el dueño estaba especializado en la fabricación de baúles, que todas las
muchachas casaderas habían de comprar para guardar su ajuar, pero donde también
se vendían otros muebles, guitarras, etc. Por los años veintitantos se
instalaron en estos antiguos locales los Almacenes Sobrino con el nombre de
"El Águila", dedicados al comercio de tejidos y confecciones, y que
después, al cesar en el negocio, fueron sustituidos por los establecimientos de
"Modas Rosán" y Cafetería "Ruidera", esta última aún
abierta al público.
No muchas personas recordarán ya la
tienda de Carlos Prado, donde en promiscuidad muy de por aquel entonces, se
vendía de todo, incluidas armas de caza, cartuchería y explosivos. Un mal día
-a final de los años veinte- se produjo un violento incendio por causa de la
pólvora almacenada según se dijo entonces, y en el que hubo víctimas, una de
ellas la esposa del dueño, y el inmueble quedó destruido. Sobre el solar se
levantó un nuevo edificio y allí se instalaron, sucesivamente, una moderna
salchichería, un bar, primero con el nombre de "Bar León", que
anteriormente estuvo en la calle de Cuchillería o Carlos Vázquez, y luego "Bar
Usero", y más tarde la Librería Lérida, que ha estado abierta hasta los
primeros meses de 1985. Pegada a ésta, la horchatería Belén, en la que se podía
tomar por 10 céntimos, una exquisita agua de cebada y no digamos los vasos de
horchata. Aún existe el establecimiento, pero ahora dedicado solamente a la
venta de calzado popular.
Seguía después, donde actualmente se
hallan los Almacenes Palacio, un establecimiento llamado "Bazarico"
', en el que había de todo cuanto se refiere a pequeños regalos c artículos,
con un surtida sección de precios a 0,65, que contaba con buena clientela, pues
la verdad es que por 65 céntimos se podían adquirir variedad de pequeñas cosas,
unas útiles c otras de capricho; y a continuación el bar Garrido, con cuco
dueño, Fernando, tuvimos amistad hasta su muerte, degustando con la partida de
amigos jóvenes los mañaneros "Canarios' y en horas del aperitivo la
fresquísima cerveza o el vermut, que en estos años era un bebida distinguida.
El "Garrido" contaba con clientes fijos, pues la tertulia en dicho
local resultaba muy agradable para personas de media edad, entre las que no
faltaba el sacerdote don Leonardo Fernández.
Continuaba la calle de Arcos -donde hoy
se halla la sucursal del Banco Exterior de España- con el establecimiento de
"los Botineros", los hermanos Manuel y Luis Juan, con la razón
comercial de "Calzados la Valenciana", una zapatería muy surtida, en
la que nos compraron las primeras botas de colegial. Luego seguían los
Almacenes Policarpo Núñez, un amplio establecimiento en el que además de
tejidos había otras secciones en el que luego, va casi mediado el siglo, se
establecieron los Muebles Pacheco.
Uno dé los comercios más antiguos de
esta calle, que en los años veinte al cincuenta fue el paseo más concurrido de
todo Ciudad Real, en especial para la gente joven, era el de Ballester, cuyo
propietario, don Rafael Cárdenas Chacón, era persona muy afable y gran
entusiasta de la Hermandad de Jesús Nazareno. En el ramo textil de sastrería y
confección, había de todo y tras ir desapareciendo sus "mantenedores"
terminó por ser traspasado a la actual firma, "Galerías
Barcelonesas", siendo demolido más tarde el edificio, construyéndose en el
solar otro de varias plantas, que contribuye a dar nono a calle tan comercial,
en la que terminó por prohibirse la circulación rodada, con muy buen acuerdo.
Otro establecimiento veterano era el de José Ruiz, dedicado a sastrería y sombrerería -más de cuatro "pollos", como entonces se llamaba a los jóvenes, adquirieron allí su primer sombrero de paja o su primera gorra visera-, que tras modernizarse dentro de su línea, acabó en un moderno comercio de "pret a porte", aunque siguiera con la sastrería a medida. Su propietario, don José Ruiz Sánchez, llegó a ser alcalde de Ciudad Real y él fue el encargado de recibir a Miss España, la alcazareña Emilia Carreño, en la visita que hiciera a la capital, a raíz de su elección. Su hijo y sucesor, don José Ruiz Lorente, ocupó también algún tiempo la Alcaldía. Esa acera finalizaba con el estanco de la familia Pinilla, que aún subsiste reformado, ya que el actual edificio "Cervantes", como muchos recordarán aún, estaba dedicado a viviendas por la época a que nos referimos, en un inmueble de dos plantas, en el que estaban ubicadas las oficinas de la empresa Ayala y en el principal tenia la vivienda el doctor don Federico Fernández, muy conocido, entre otras razones, por ser destacado propulsor de la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y de la Aguas, que cierra, como se sabe, la procesión del Viernes Santo por la mañana, hasta el punto que dicha cofradía era conocida corno -la "Hermandad de D. Federico".
Saltando a la acera opuesta, nos
encontramos con el Bar Ideal, uno de los más antiguos de Ciudad Real, que aún
subsiste, con un amplio salón, en el piso principal, para ser utilizado por los
aficionados al dominó y, a las cartas. Es posible que aún viva algún
ciudarrealeño que recuerde que en esas casa tuco su consulta el médico oculista
Dr. Torres.
Y enseguida, un edificio y
establecimiento que por los años veinte ya daba empaque a la antigua calle de
Arcos: el de Marino Fernández-Bravo, dedicado a muebles principalmente, pero
que también tuyo la representación de los automóviles "Renault",
grandes, potentes, con su característico "capot", uno de los cuales
-queremos recordar que de color rojo- fue adquirido por el torero "Niño de
la Palma", padre de la saga de los Ordóñez. En el año 1926, en que vino a
torear las dos corridas que se celebraron en la feria de agosto. Como se sabe,
posteriormente fue derribado el edificio, construido uno moderno de varias
platas para la misma rama comercial y hace poco tiempo ha sido adquirido por la
Caja de Ahorros de Madrid, para sus oficinas centrales en Ciudad Real.
Seguía a continuación un comercio de
mucho nombre, el de Facundo Fernández, dedicado a tejidos y algo de confección,
comercio con mucha clientela y mucho mostrador, atendido por dependientes
caracterizados, de los que aún cite alguno.
En ese mismo edificio estuvo bastante
tiempo la sucursal del Banco Hispano Americano, ahora ese lugar lo ocupa la
Caja Postal de Ahorros.
Continuando la calle hubo un café de
López de Haro, que nosotros no llegamos a conocer y en el año 1912, poco más o
menos, la Farmacia de don Juan Gil, al que sucedió su hijo y ya más
recientemente el señor Adrados. Enseguida donde Radio Vera, la imprenta de
Maximino Díaz también con aleo de
papelería, y donde este patriarca de las Artes Gráficas trabajaba las horas que
fuera necesario en unión 4 sus hijos. En los locales que ocupó buen número de
años, después de la guerra civil, la Caja de Ahorros de Madrid, estuco bastante
tiempo el Casino Artístico, con amplio salón a la talle, que entonces como
ahora era paso obligado de casi todo Ciudad Real. Y allí, a finales de los años
veinte, se instaló un moderno comercio que hizo furor entre las señoras
elegantes, "la Dama Rubia", cuyo propietario, Melquiades Muñoz de Cuerva, que se casó con una
señorita de conocida familia, sabia poner llamativos escaparates que atraían la
atención de las jovencitas, como hoy, sucede con el distinguido establecimiento
"Malvarrosa".
En el amplio local que hasta hace unos
años ocuparon los Almacenes Buendía, estuvo la Central de Teléfonos, cuando
este medio de comunicación, hoy tan generalizado, estaba casi en sus primeros
pasos en Ciudad Real, y queremos creer que hasta su posterior traslado a la
calle de Alarcos. Entonces ocupó esos locales otro establecimiento de tejidos,
"La Virgen del Prado", cuyo propietario, D. Pedro Simón, era
comerciante sui géneris. Aún se conserva en la fachada la reproducción,
suponemos que en escayola, de la imagen de la Patrona de Ciudad Real, que daba
nombre a la amplia tienda, de la que el señor Buendía fue sucesor.
En la droguería "El Centro",
propiedad de don Rafael Mateo, que hacia esquina con la hoy calle de Bernardo
Mulleras, estuvo por los años diez un establecimiento llamado "Centro
farmacéutico", que pudo ser antecedente de la actual Cooperativa del ramo,
por iniciativa del farmacéutico señor Lamano y que luego quedó en un importante
comercio de droguería, ya citado, del que salieron varios futuros empresarios
drogueros, algunos aún entre nosotros.
Cruzando ya la calle, que en aquellos
tiempos era un callejón hasta realizarse el ensanche por acuerdo de la
Corporación que presidió don Luis Martínez, que expropió el inmueble del
"El Centro", se hallaba un establecimiento muy conocido, "Las
Once Puertas", llamado así por el número de puertas con que contaba y que
se conservaron hasta el derribo del inmueble, sobre el que se construyó con
parte del solar del viejo mercado, el actual edificio de la Caja de Ahorros de
Ronda. "Las Once Puertas" estaban bajo la razón social de "Contreras,
Navarro y Gómez", siendo el primero el que llevaba más directamente el negocio,
hasta su muerte en 1936. Además del negocio de muebles, eran concesionarios de
la famosa marca de automóviles "Ford" y nosotros recordamos ver al
modelo T de pedales expuesto en el local, con un precio de 4.500 pesetas, que a
los jovencitos les eran muy, populares por haberlos visto tantas veces en las
películas cómicas de la época. No faltaban clientes de estos vehículos a los
que se les daban facilidades de pago a plazos, sin necesidad de financieras al
uso. Y es que, aparte el ya citado "Renault", estaban los coches
americanos de la General Motors, los franceses "Citroën" y hasta
algún alemán o italiano. Posteriormente este establecimiento de muebles fue
traspasado a don Marino Fernández-Braco y estuvo regentado mucho tiempo por su
hijo don Jesús, hasta que el edificio fuera vendido para su actual destino. Al
lado de este establecimiento estaba la puerta principal del antiguo mercado
municipal.
Cecilio
López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio.
Ciudad Real 1986
Hola, me gustaría saber de qué año es el anuncio del taller de construcción de carros de Carmelo Ballester. Mi mujer es bisnieta del tío de Carmelo Ballester y recopilamos todo que se localizamos de él. Gracias de antemano.
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