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viernes, 29 de septiembre de 2023

LA POBLACHUELA

 



No quisiera pasar por un viejo nostálgico receloso de las modernas tendencias progresistas. Me anima a escribir la plausible disposición municipal a conservar, entre otros valores, los urbanísticos tradicionales y su apertura a oír el parecer de los vecinos. Así ha ocurrido días pasados con los de la Poblachuela aunque se notó la falta de notables interesados y entre los asistentes, algunos menos entrañables, hubo división de opiniones, según mis referencias.

Recordemos, que nuestros historiadores locales recogen la tradición o leyenda según la cual La Poblachuela fue hechura de Pascual Ballesteros, hermano de Miguel Turro y ambos hijos de don Gil, el rico home de Alarcos, señor de El Pozuelo. Según Hervás fue una dehesa comunal de la que el Ayuntamiento se desprendió vendiéndola para pagar deudas contraídas durante la guerra ce la Independencia. Surgieron a raíz de entonces pequeñas explotaciones agrarias familiares, llamadas huertas aunque por falta o escasez de agua predominara el secano. Estas explotaciones tenían y tienen las que se conservan como centro una casa de tapial o ladrillo, cubierta con teja árabe, de paredes encaladas, con corral, cuadra, pajar, granero y almacén: todo sencillo y modesto. Nuestro Miguel Fisac ponderó este tipo de construcción muy extendido en nuestra provincia y todavía con valor por su utilidad.

Se conservan algunos nombres: «La Torrecilla», «la Matea», «la Juanilla», «la Coja», la de «Naranjilla», la de «Cara de Sable», la del «médico de la sardina», la de «las Cocinillas» ...

Y familias que las vienen explotando por generaciones: los Bellones, las Calle, los Castellanos, los Pobletes, los Guerreros, los Sevillanos...

Todos los aquí nacidos y criados tienen una con· ciencia de propia personalidad con su parroquia y cementerio y centro cultural. Tuvieron Escuela y plaza de toros. No dicen voy o vengo del Centro sino voy o vengo de Ciudad Real o voy o vengo del pueblo. Aunque la Parroquia está dedicada a Santa María Magdalena, celebran con mayor solemnidad el día de San Miguel, una jornada de romería con numerosa concurrencia de propios y extraños.

 



Creo que fue a fines del siglo pasado o principios de éste (escribo de memoria, sin documentos a la vista), cuando hacendados de «Ciudad Real» se construyeron fincas de recreo cambiando el estilo arquitectónico: Messias, Martín Moreno, la Francesa, don Álvaro, Cien Guindillas, Arredondo... Salvo una, que sepamos, las demás han cambiado de mano.

Hasta hace poco tiempo relativamente no había electricidad: se utilizaban candiles, quinqués, carburos, velas. Y es cosa de unos seis años qué tienen agua potable para usos domésticos facilitada por el Ayuntamiento-a través de conducciones costeadas por los huertanos.

Años atrás, no muchos, nuevos pudientes del «Pueblo» han infundido hueva vida a La Poblachuela, pero... sus instalaciones ya no se llaman huertas sino chalés, lujosos, costosos que tapan y desvirtúan la vieja fisonomía. aunque cuajen en cualquier lugar de nuestra geografía nacional. Sólo conocemos dos excepciones, una de ellas, en especial, la del preclaro pintor Navarro que ha -respetado el exterior de la vieja casa acondicionando el interior a su comodidad y buen gusto.

Reconozco que ya es difícil corregir las desviaciones (a nuestro juicio) apuntadas. Así parece que lo entienden también técnicos municipales (LANZA del 1º del corriente, página 4) pero sí evitarlas para el futuro.

En resumen, se trataría de volver a la construcción tradicional en fachadas, muros y alturas dejando en libertad el acondicionamiento interno y respetando de esta manera el carácter, la personalidad del anejo, excluyendo las barriadas trabadas geométricamente con compás y tiralíneas desde un despacho.

(Estas líneas no están motivadas por consideraciones económicas: de seguir adelante la idea, a unos beneficiará, a otros perjudicará, suponemos. Personalmente no nos afecta: si escribimos es por los motivos al principio apuntados. No se nos ha pasado por la imaginación reclamar en forma).

Antonio Ballester Fernández (Cronista oficial de la ciudad). Diario Lanza martes 5 de noviembre de 1985




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