LA
PROCESIÓN DEL VIERNES SANTO POR LA MAÑANA, CON MAYOR NÚMERO DE PENITENTES
Esplendor
de la Cofradía de Jesús Caído o del Comercio. Don Federico Fernández coloco
“su” Hermandad a la cabeza de todas –Años más tarde, Herencia completo a la
“Coronación de Espinas”
El no querer prescindir de detalles en
relación con la antigua Semana Santa de Ciudad Real, que suponemos dará lugar a
tantos recuerdos entre los mayores y un poco de curiosidad para los más
jóvenes, nos ha forzado a dividir en dos informaciones la referencia a las
hermandades de la Parroquia de San Pedro. Pero antes de seguir adelante nos
interesa aclarar que no nos referimos concretamente al año 10, sino a la década
de los años 10, por lo cual las fotografías que publicamos el pasado lunes de
la terraza del Casino, en la mañana del Viernes Santo, mientras pasaba la
cofradía de “La Oración del Huerto”, pertenece a uno de los últimos años de
dicha década, en que se había realizado la reforma de la terraza de nuestro
centro de recreo. Y aclaremos que eran paraguas los que se ven en la foto, sino
sombrillas, que en aquellos tiempos, casi podíamos decir calendas, se
utilizaban no poco para defenderse de los rayos del sol, que no era tan
apetecido como ahora por nuestras damas y jovencitas. Debió ser una mañana
esplendida, de esos Viernes Santos con el sol radiante de abril, y las familias
que al filo de mediodía esperaban el paso de la procesión por la calle Prado,
tuvieron ocasión de disfrutar de la magnífica temperatura.
LA
HERMANDAD DEL COMERCIO
El segundo “paso” de la procesión de la
mañana, que partía, como hemos dicho de la parroquia de San Pedro, era el de
Jesús Caído, que seguía inmediatamente al de “La Oración del Huerto”. Esta
Hermandad había sido fundada en el año 1833 con el nombre de la Hermandad de la
Santa Cruz y fue su primer hermano mayor don Sotero Martínez. Sus cofrades,
católicos practicantes, acompañaban a los reos que eran condenados a muerte, en
el momento de la ejecución, según escuchamos de labios de alguno de aquellos
que alcanzamos a conocer.
Como todas las Hermandades sufrió
alternativas de esplendor o decadencia, pero precisamente en esta década a que
nos estamos refiriendo, un grupo entusiasta de comerciantes de la capital
manchega no quiso quedar a la zaga del auge logrado por otras cofradías y
procedió a su reorganización. Para el que esto escribe tiene especial recuerdo
emotivo la Hermandad del Comercio de aquel entonces, pues fue mi padre uno de
los más activos propulsores y con la túnica de Jesús Caído, de lana blanca y
morada, fue enterrado.
El “paso” representa el momento de la
tercera caída de Jesús en su recorrido de la calle de la amargura siendo
ayudado a llevar la pesada cruz por el Cirineo. Portado a hombros, como todos
los tronos en aquella época, ya en la calle de la Mata se iniciaban los
“parones”, agradecidos por los que horquilla en mano, habían de hacer la
carrera con los varales de las andas sobre sus hombros. Estos “parones” no se
debían a otra razón que las muchas saetas que se cantaban, principalmente en el
trayecto de Compas a Estrella, por todo el barrio del Perchel, que ya había
descansado de su procesión del Jueves Santo.
Antes de seguir con otra Hermandad, es
justo dejar constancia de los hombres que por aquellas fechas hicieron posible
que la Cofradía de Jesús Caído o del Comercio lograra su esplendor. Fueron los
promotores don Francisco Caba y don Facundo Fernández y junto a ellos, Montero,
López Escribano, Navarro Carrillo, Ruiz Sánchez, que tuvieron más tarde otros
entusiastas colaboradores, entre los que destaca el hijo de uno de los citados,
don Alfonso Navarro.
“LAS
TRES CRUCES” LA HERMANDAD MAS NUMEROSA
Cerraba la procesión principal de la
parroquia de San Pedro la Hermandad más numerosa de la Semana Santa. Era esta
la del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, conocida por el pueblo como
de “Las Tres Cruces”, por representar el momento en que Cristo ha sido ya
crucificado, entre los dos ladrones, Dimas y Gestas. Es esta de las más
antiguas Cofradías de Ciudad Real, puesto que los libros que se conservan datan
del siglo XVI, aunque no se tienen datos concretos sobre entidad o personas que
la fundasen. La Hermandad, como tantas otras, sostenida por la devoción
popular, no lograba por falta de base económica un esplendor parejo con las que
habían conseguido una protección de personas o gremios.
Pero en esta década a que nos estamos
refiriendo –sobre 1918- un ilustre médico ciudarrealeño, con cuya amistad nos
honramos en los últimos años de su vida. Don Federico Fernández, se erigió en
decidido impulsor de esta Cofradía de su barrio y con una decidida aportación económica
y con un dinamismo y entusiasmo admirables, la colocó a la cabeza de todas
ellas en números de túnicas y en detalles difíciles de superar. De aquí que la
Hermandad fuera ya conocida por todos como la “de don Federico”, que supo no
solo darle una vistosidad a la Cofradía, sino hacer que otras trataran de
igualarla, como veremos más adelante en una emulación digna de su
ciudarrealeñismo.
El “paso” de
Jesús Caído perteneciente al gremio del comercio era llevado a hombros
¿Quién de los muchachos de aquella época
–aparte, naturalmente, los cofrades de número- no se ha vestido de penitente en
el Cristo del Perdón? Los chicos, desde bien pequeños, se encariñaban con la
Hermandad, pues aparte de salir de pequeños penitentes, había grupos de hebreos
con vestimentas adecuadas, otros que figuraban diversos momentos de la Pasión
de Cristo y hasta las niñas tenían entrada para representar a María, a la
Verónica, a la Magdalena. Con tanto pequeño en las filas, para hacerles guardar
el orden, se les obsequiaba con galletas, llevando una gran cesta de ellas un
penitente, que había de recorrerse varias veces la carrera, para atender a
todos los “clientes”. Tenía banda de cornetas propia, dirigida por el popular
Contreras y en la que formaban varios de sus hijos, soldados romanos a pie y a
caballo, túnicas para la banda de música, que era y sigue siendo la Municipal y
una gran profusión y riqueza de cetros y gallardetes.
El abigarrado espectáculo que ofrecía
esta Hermandad cuando desde el antiguo Hospicio, bajaba por la calle Ciruela
hacia San Pedro, para incorporarse a la procesión, entre las notas de un alegre
pasodoble o de una vibrante marcha militar, no se nos olvidará a ninguno de los
aquí nacidos, fuéramos espectadores o participantes en el desfile.
A don Federico, que conto con estimables
colaboraciones, siguieron en entusiasmo don Ángel Rojas, don Daniel del Campo,
don Sebastián Rodero, don Rafael López Cantó, don Alfredo Dorado, don Ramón de
la Osa y más recientemente ya, don Pascual Crespo Campesino, que supo aglutinar
en su torno a un grupo de compañeros de profesión y por ello es conocida ahora
esta Cofradía como la “Hermandad de los médicos”.
Como las demás de la Semana Santa de
Ciudad Real sufrió esta Cofradía una total devastación, en el año 36, desde el
“paso”, obra del escultor Alsina, hasta la última túnica, que por guardarse una
gran parte de ellas en lugares difíciles de ocultar, sirvieron para vestimentas
de refugiados. El bello grupo ha sido reemplazado por otro muy parecido, que
realizara el conquense Marco Pérez, gracia a la labor entusiasta de los hombres
que en los años cuarenta integraban la Comisión Permanente de Semana Santa, a
quienes Ciudad Real no ha premiado su dedicación como se merecen.
Delante del “paso”
de las Tres Cruces, como era conocido, se puede ver a Barrajón, un carpintero
que durante muchos años fue quien montaba el misterio en los jardines de San
Pedro
UN
“PASO” NUEVO “LA CORONACIÓN DE ESPINAS”
Pedimos perdón al lector con edad
suficiente para haber vivido aquella década del 10 al 20, por intercalar en
estos reportajes una Cofradía posterior. Pero aparte de que fue creada poco
después, precisamente por la circunstancia de no haberse restablecido el “paso”
aunque si la Hermandad, nos impulsa a que quede la debida constancia en la
pequeña historia local. Nos referimos a la Cofradía de “La Coronación de
Espinas”, que fundara en 1926 un joven, entusiasta y gran abogado
ciudarrealeño, don Francisco Herencia Mohino, alcalde que fue y luego director
de una importante entidad bancaria. Paco Herencia, como le llamaban sus muchos
amigos, era hombre inquieto y emprendedor para cuanto pudiera redundar en
prestigio de las cosas de su pueblo; y entre estas cosas, por esas fechas,
destacaba la Semana Santa de la capital manchega, que a fuerza de empeño de un
esforzado grupo de ciudarrealeños estaba logrando un gran prestigio y renombre
regional. Y, por su condición de abogado de la Compañía M.Z.A., logró trasmitir
su entusiasmo a un numeroso grupo de ferroviarios, que se pusieron incondicionalmente
a su disposición para la nueva Hermandad fuera una de las mejores. Herencia nos
trajo un “paso” que causó sensación, por sus dimensiones y su modernismo frente
a la clásica imaginería que aquí imperaba, obra del escultor gerundense Jacinto
Coscolla. A quienes contábamos entonces menos de quince años, nos entusiasmaba
ver llevar a hombros la inmensa mole de madera que constituía el “paso” de “La
Coronación”, con no menos de cincuenta hombres arracimados para meter el hombro
vistiendo túnicas moradas de percalina. El “paso” fue muy discutido, como más
tarde sucedió con “El Resucitado”, pero lo cierto es que constituía un grupo
monumental, todo de talla, y cuya destrucción fue una gran pérdida. El hermano
mayor no se conformó con el “paso”, sino que hizo también una gran Hermandad,
con valiosas y originales túnicas y una colección de estandartes, que por
fortuna pudo salvarse, y que hoy es admirada con la cofradía de “El Encuentro”.
Ya al incorporarse a la procesión del
Viernes Santo por la mañana esta cuarta Hermandad, se puso a la cabeza en
número de cofrades y riqueza sobre las demás, que se vieron forzadas a realizar
nuevas mejoras, pero esto se ha hecho un poco largo y ponemos punto para seguir
el próximo lunes, si Dios quiere.
CECILIO
LOPEZ PASTOR
(HOJA
DEL LUNES, AÑO VII Nº 212, LUNES 22 DE MARZO DE 1971)
Penitente de la
cofradía de “La Coronación”, que constituyo una novedad por diferenciarse del
modelo de túnica tradicional
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