Los pueblos durante su vida están
sujetos a diversas fluctuaciones.
Unas veces se les ve en pleno
crecimiento económico y demográfico; otras sufren agudas crisis en las que
desciende la población si disminuyen sus medios de vida.
Hoy está dando Ciudad Real una prueba de
pujante vitalidad.
Las numerosas casas en construcción, y
de muchas plantas en contraste con la escasa altura de las típicamente
manchegas, y las levantadas durante el último decenio tan importantes como la
Barriada de Pío XII, que es una verdadera ciudad, demuestran claramente el
despertar vigoroso de nuestra capital.
He oído decir, y supongo será cierto;
que en cuarenta y ocho horas se han vendido los cincuenta pisos de que constará
una casa sin empezar a edificar. Esto es una prueba más.
No era así el Ciudad Real del año 1686.
Empobrecido por las malas cosechas, y
aún sin recuperarse de los daños materiales que le causó en la segunda decena
de este mismo siglo XVII la expulsión de los 5.000 moriscos que en ella
residían, tenían muchas casas deshabitadas y no pocas caídas.
De aquí la preocupación de las
Autoridades Eclesiásticas por evitar que las Procesiones de Semana Santa
desfilaran entre ruinas y escombros.
Transcribo literalmente el acta del
acuerdo, como aparece en el “Libro Mudo” de la Parroquia de San Pedro en su
folio 727:
“En
la Ziud, de Ziud,Rl, en diez de Abril de seiscientos y ochenta y seis as, se
juntaron a Cavildo a son de campana tañida como lo han de costumbre los Sres.
Mtro, Joseph Diaz Jurado Abdad, major y Cura propio de la Parroquia de San
Pedro; Dn, Juan de Macaia y Estada Cura propio de la Parroquia del Sr,
Santiago; y Dn, Pedro de Bargas Avila Cura propio de la Parroquia de Sta,
María; y el Sr, Licdo, Lorenzo García Beneficiado propio de Sn, Pedro; el Sr,
Licdo, Alonso Diaz Maldonado, y el Sr, Licdo, Franco, de Castro, thente, de
Beneficiados, y dcho, Sr, Abbad propuso que considerando que por la mucha falta
de frutos y esterilidad de los campos había esta Ziud, venida a grande ruina de
Casas quedando muchas sin que las habiten y otras caídas solo quedando
Arrañales y ser necesario que las prozessiones de Semana Santa anden por
algunas de las calles, no hallándolas dezentes, antes como la tiene referido
=proponía al Cavdo, que determinasen porque calles sería mejor que fuesen para
mair decoro y dezencia de dchas, prozessiones, y todos unánimes y conformes dijeron que anduviesen las Iglesias
y Calles acostumbradas dejando de ir a la hermita y Hospital de Sa, Antº,
Abbad, y que en saliendo las prozessiones del Combento de Religiosas Dominicas
de esta Ziud, fuesen dando la vuelta a dcho, Combento y vía recta al Combento
de Carmelitas, y prosiguiesen en la demás Iglesias Parroquias y Combentos
volviendo las prozesiones donde saliesen y assi lo Decretaron, y firmó dcho,
Sr. Abbad en presencia de mí el Secretario de dcho, Cavdº, de que Zertifico
fcha ut supra=Mtro, Joseph Diaz Jurado= Ant mí Dn, Luis de Aguilera y Triviño.”
De cuanto precede se deduce
evidentemente que las procesiones continuaban por la calle Alta Gracia hasta
llegar a la que hoy es Plazuela de San Antón, en donde estuvo emplazado el
Convento-Hospital de San Antonio Abad, cuya Comunidad se componía de un
Comendador y seis Hermanos de Hábito. Esta Comunidad construyó una Iglesia
nueva que abrió al culto el año 1717, y se extinguió en 1785.
Seguramente desde dicha fecha -1686-
empezarían a pasar las Procesiones por la calle de la Estrella, como lo hacen
en la actualidad.
Poca, poquísima importancia tiene esta
noticia, pero no sé qué tiene el correr de los siglos – y de ésta han pasado ya
casi tres- que hace interesantes las “pequeñeces históricas” si pertenecen a
nuestra patria chica. Por eso me atrevo a publicarla.
AURELIO
GOMEZ RICO Y MARTIN DE ALMAGRO
Provicario
General del Obispado Priorato de las Cuatro Órdenes Militares
(Publicado
en el Boletín de Información Municipal número 26 de abril de 1968)
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