La Virgen
del Prado en la puerta de entrada del camarín con el manto de salida de los
Condes de la Cañada
El
Camarín de Nuestra Señora del Prado hoy en día
La escalera y camarín de la Virgen del
Prado de Ciudad Real ocupan la zona nordeste del edificio en el que está
ubicada la Catedral de Ciudad Real. Su planta adquiere forma de “L” con un
ángulo mayor de 90 grados, abrazando así la mitad del presbiterio de la
iglesia.
Exteriormente el conjunto presenta un
alzado escalonado que coincide interiormente con su desarrollo. Esta
disposición posibilita además el refuerzo, a modo de contrafuerte, del testero
poligonal del templo.
Los muros arrancan de un zócalo de
piedra para preservar de la humedad. Sobre ellos el paramento emplea
mampostería ordinaria, con refuerzo de sillerías en las esquinas. De la época
original se conservan varias ventanas, construidas en piedra cercadas con
marcos adornados con orejetas y cerradas con rejas abalaustradas. El cuerpo del
camarín propiamente dicho sobresale en planta, concentrándose toda su
decoración en la ventana reformada en el año 1918 bajo la dirección de Andrade,
adoptando un canon estilístico eclético propio de la época. Toda esta
estructura se cubre con teja árabe.
Arco
de medio punto que comunica la antigua capilla de San Miguel con el espacio
donde se encuentra la escalera de subida al camarín
Interiormente se accede a la escalera a
través de la antigua Capilla de San Miguel en donde se encontraban las tablas
que actualmente flaquean el retablo mayor y que formaban parte de otro retablo (14) de reducidas dimensiones dedicado al
mencionado santo. En el muro del lado del Evangelio se abre una puerta
adintelada cerrada por una reja de fábrica moderna, presentando interiormente
arco de medio punto sobre medias pilastras. Atravesando el vano se accede a un
doble espacio siendo el primero cuadrado, cubierto con bóveda de crucería y el
segundo rectangular, cubierto con bóveda de arista, comunicados entre sí
mediante un amplio arco de medio punto peraltado. Es necesario tener presente
que todo este espacio ha sufrido numerosas reformas, centradas en los últimos
años del siglo XIX y los dos primeros tercios del siglo siguiente,
condicionadas por la adecuación del espacio a sede prioral, basílica, así como por la necesaria reconstrucción después
de la Guerra Civil. Por las letras apostólicas de Pio IX “Ad Apostolicam” de 18
de noviembre de 1875, se erige la provincia de Ciudad Real en Priorato de las
Ordenes Militares de Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa. Estas letras se
ejecutaron el 15 de mayo de 1876 y se promulgaron en Ciudad Real el 4 de junio
del mismo año (15). Fue en esta
época cuando se tuvieron que realizar grandes obras de reforma y adaptación.
Entre otras fue necesario ampliar el presbiterio añadiéndole dos paños más para
poder instalar una nueva sillería que provenía de Uclés.
Atravesando la mencionada Capilla de San
Miguel, hacía la derecha encontramos el arranque de la escalera, cerrada por
una reja plateresca del siglo XVI que anteriormente daba paso a la Capilla de
los Loaisa (16) y que con las
adaptaciones arquitectónicas y litúrgicas mencionadas anteriormente fue
trasladada desde el muro de la epístola al lugar que ocupa actualmente.
En
la puerta de entrada del camarín podemos ver tallado el emblema mariano y las
iniciales SAS (Su Alteza Serenísima)
La escalera queda dividida en tres tiros
separados por mesas enlosadas con baldosas cuadradas en tonos grisáceos y
blancos dispuestas en damero. Los peldaños que recubren los escalones son de
piedra jaspe en los mismos tonos grisáceos que las baldosas anteriormente
comentadas, sobresaliendo la huella sobre la contrahuella. El espacio se
compartimenta verticalmente en varios tramos fajeados mediante estilizadas
pilastras dóricas, sobre las que descansa un sencillo entablamento corrido. Se
cubre con una bóveda de medio cañón, ornamentada con arcos fajones, alternadas
con bóvedas de arista que coinciden con las mesas o descansillos. El espacio
queda iluminado mediante luz natural proveniente de los tres vanos
rectangulares abiertos a distinta altura en el muro Este.
Dejando atrás la escalera y guardando el
espacio sagrado del camarín se encuentra un acceso adintelado cerrado por una
puerta de madera compuesta por dos hojas decoradas por cuarterones en forma
cuadrada y rectangular alternativamente. La zona alta de las hojas se enriquece
por tarjetas rodeadas de cuarterones en L, y cuadrados. Una de ellas posee las iniciales
SAS (Su Alteza Serenísima) y la otra el emblema mariano, ambas estuvieron
rematadas en su día por coronas que hoy se han perdido.
Detrás del lugar preferente que ocupa en
el retablo mayor la imagen de la Virgen del Prado durante casi todo el año, se
abre un espacio de planta cuadrada destinado a cámara de la Virgen y conocido
como camarín.
Actualmente
las paredes del camarín están cubiertas por mármoles de diversas tonalidades
Los camarines surgieron durante la época
barroca. En este tiempo infinitud de imágenes de patronas, santas y vírgenes
vieron mutilado parte de su cuerpo para poder vestirlas mejor. Pasaron de ser
vírgenes de cuerpo entero o bulto redondo a vestideras. Ante la necesidad de
guardar todas sus alhajas y vestimentas
en algún lugar, surgieron estos espacios detrás del muro este del presbiterio.
El camarín que nos ocupa posee planta
cuadrada y tiene rasgados dos de sus muros. En el muro Oeste, aproximadamente a
metro y medio del nivel del suelo se abre una ventana que comunica con la
hornacina del retablo mayor donde reside la mayor parte del año la imagen de la
patrona de Ciudad Real. En el muro opuesto se abre otra ventana a nivel del
suelo y de mayores dimensiones. Originalmente este vano poseía una doble
función: iluminar simultáneamente la estancia y la imagen por detrás para que
cuando el fiel entrara en la iglesia por la nave principal pudiera contemplar
la figura de la Virgen rodeada de majestad, resplandeciendo un halo luminoso a
su alrededor. En la actualidad podríamos decir que persigue una tercera
función. Todos los días al anochecer,
después de la última misa de la tarde, la peana de Nuestra Señora gira 180
grados para poder ser contemplada y venerada desde el exterior del recinto
sacro por los fieles.
En la década de 1960, durante el
episcopado del obispo Hervás Benet, con motivo de la coronación pontificia de
la Virgen del Prado se efectuaron obras de restauración y embellecimiento del
templo:
“Tanto
el trono como el camarín fueron revestidos de mármoles crema travertino en el
primero, verde molins y verde serpentina en paramentos, pilastras y cornisas del
segundo (…)” (17)
Yesería
dorada sobre el arco rebajado que cobija el nicho con una paloma representando
al Espíritu Santo sobre un triangulo que simboliza la Santísima Trinidad
Entre el anillo que soporta la cúpula y
los muros descritos existe un espacio intermedio donde se alojan las pechinas.
Entre estas hay tres plementos con forma de media luna, subdivididos en tres
paneles y ornamentados por yeserías compuestas de hojarasca vegetal y piñas (18). Sobre el muro de la hornacina, donde
se aloja la imagen, el espacio es distinto al resto y viene determinado por el
arco rebajado que cobija el nicho. En este caso el espacio se vuelve a dividir
en tres pero se enriquece con dos relieves de ángeles vestidos con largas
túnicas y portando entre sus manos una cartela en donde se graba con letras
doradas el emblema mariano, las iniciales A y M entrelazadas.
El intradós del arco se ornamenta con
yeserías doradas concentrándose en la central toda la decoración: unas cabezas
de querubines en los ángulos y en el centro la figura de bulto redondo de una
paloma con las alas desplegadas representando al Espíritu Santo e inscrita en
un triangulo con ráfagas en los extremos que simboliza la Santísima Trinidad.
Cúpula
barroca del camarín
En las pechinas que soportan el peso de
la cúpula se concentra la totalidad del programa iconográfico del camarín. Se
rodean de la misma hojarasca vegetal entrelazada descrita anteriormente con una
cabeza del bulto de un querubín en el ángulo interior albergando en el centro
unos tondos de madera que representan a los cuatro evangelistas de medio
cuerpo, policromados y estofados, acompañados cada uno de su atributo personal.
El tondo de San Mateo se resuelve como
si se tratara de una ventana. La figura parece asomarse al óculo girando su
cabeza sobre el hombro izquierdo. Presenta un rostro con cejas arqueadas
marcándole arrugas en la frente, boca entreabierta con bigote al sesgo y barba
redondeada y negra, igual que sus cabellos peinados con raya en medio. Levanta
el brazo derecho en ángulo recto para portar la pluma mientras que con el
contrario sostiene un libro abierto. Viste túnica en tonos ocres con manto
enrollado sobre el hombro en tonos azules y encarnados. A su espalda se
encuentra un ángel vestido con túnica talar, apoyando su diestra sobre el
hombro del evangelista. Su brazo contrario aparece mutilado a la altura del
hombro.
San
Mateo
El evangelista más joven, San Juan, gira
totalmente la cabeza sobre sí mismo hacia su derecha. Presenta una tez imberbe
con ojos abiertos, nariz picuda y boca cerrada. Sus cabellos negros y ondulados
se peinan con raya en medio descendiendo sobre sus hombros. En la mano
izquierda portaría probablemente pluma que en la actualidad ha perdido y en la
contraria sostiene libro abierto, aunque el brazo queda mutilado a la altura
del codo. Viste manto encarnado sobre túnica de tonos verdosos. A su lado vemos
el atributo parlante: un águila que sostiene sobre el pico un tintero.
El siguiente evangelista, San Marcos, se
presenta frontalmente. Posee un rostro triangular, cejas arqueadas y ceño
arrugado. La boca entreabierta rodeada de bigote al sesgo y barba bífida es de
tonos grisáceos, igual que sus cabellos cortos y ondulados con gran mechón
sobre la frente. Viste túnica azul decorada con motivos vegetales y anudada al
pecho bajo manto dorado cruzado al hombro. Los dedos índice y anular de su
diestra permanecen rígidos, mientras que los restantes se contraen para coger
la pluma que actualmente ha perdido. Alza su brazo izquierdo en ángulo, y bajo
este, la cabeza de un león, alusivo a su evangelio. Por un orificio que
presenta la cabeza del animal pensamos que san Marcos, igual que el resto de
los evangelistas portaría un libro que hoy en día no ha llegado a nuestros
días.
San
Juan
La figura de San Lucas, también frontal,
posee rostro barbado con bigote al sesgo en tonos grisáceos. Sus cabellos
despeinados descienden sobre sus hombros de manera desordenada. Su indumentaria
se compone de túnica de tonos ocres y dorados bajo manto azulón recogido en su
brazo. En su diestra sostiene pluma y en la contraria porta libro abierto.
Debemos resaltar la mirada de los cuatro
evangelistas. Cada uno mira hacia un lado pero todos observan lo mismo. Sus
ojos convergen en el nicho donde reside la Santísima Virgen. Todos miran
asombrados y con veneración lo que allí acontece y lo que allí reside.
San
Marcos
La cúpula descansa sobre anillo
moldurado o pequeño tambor que se ornamenta con pinturas jaspeadas imitando a
mármoles en tonos azules, propia de finales del siglo XVIII y siguiente. Se
adosan al anillo ocho figuras de ángeles desnudos en distintas posiciones
rodeados de hojarasca, dátiles y granadas abiertas; este fruto, igual que las
piñas, es símbolo de la fertilidad. El interior de la granada es fértil ya que
está repleto de multitud de granos o semillas; del mismo modo el vientre de
María está lleno de fertilidad y de fecundidad. Durante esta época todavía
están vigentes los postulados contrarreformistas que tuvo que llevar a cabo la
Iglesia para hacer frente a las herejías que promulgaba Lutero en torno a la
figura de la Virgen.
La cúpula de media naranja está dividida
en ocho plementos que son enriquecidos por yeserías barrocas compuestas de
hojarasca vegetal entrelazada en sentido ascendente y entremezclada con algunos
símbolos marianos como son los frutos anteriormente mencionados, corona
imperial y el emblema alusivo a la Virgen, la iniciales A y M
entrecruzadas. Todo este monumental
conjunto arquitectónico y escultórico es rematado en la clava de la cúpula por
un florón dorado compuesto de distintos elementos vegetales y frutales.
Pilar
Molina Chamizo, Doctora en Historia del Arte, y Juan Crespo Cárdenas,
Licenciado en Historia del Arte. Revista “Veracruz”, Puertollano 2011, páginas
53-61.
San
Lucas
(14) En la
actualidad desaparecido.
(15) LABRADOR
PALOMARES, U., Dichosa tu, Graficas Cervantes, Ciudad Real, 1990, p. 134.
(16) El espacio que
estaba destinado a capilla, pasó a convertirse en Sala Capitular, cerrándose el
muro que comunicaba con el presbiterio y abriendo una entrada a través de la
sala contigua a la sacristía nueva.
(17) GOMEZ MORENO,
H., Notas históricas alrededor de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado,
patrona de Ciudad Real, Editorial Calatrava, Ciudad Real, 1969, pp. 168.
(18) Símbolo por excelencia
mariano asociado a la fertilidad de María.
Sobre
el anillo de la cúpula podemos ver ángeles desnudos en distintas posiciones
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